Se llama Sofian Boydo. Es de Taza (Marruecos) y tiene 24 años. El sábado comunicó a su familia que emprendería ruta a nado hasta Ceuta, su objetivo no era otro que intentar llegar a nuestra ciudad para escapar de un Marruecos complicado que no se lo pone nada fácil a la juventud. Con esa pretensión se arrojó al mar en compañía de otro marroquí que se dio la vuelta en plena travesía porque no tenía fuerzas. Pero Sofian siguió. Desde ese sábado 3 de abril nada más se sabe de él.
Su familia, sin saber qué hacer ni a quién recurrir, ha pedido a través de El Faro de Ceuta que cualquier persona que sepa de su paradero lo comunique. No consta su rescate ni que haya entrado en la nave del Tarajal para pasar la cuarentena. Sofian no ha llamado a casa, ni se ha comunicado con sus padres por ninguna vía. La angustia para los Boydo no cesa.
Comunicó a su familia lo que iba a hacer, le acompañaba otro joven que se dio la vuelta
Este joven marroquí forma parte de una familia de cinco hermanos. Vivían todos juntos en Taza y este pasado sábado comunicó por teléfono a sus allegados que se arrojaba al mar para cruzar a Ceuta bordeando el espigón de Beliones con Benzú. Fue a las diez cuando emprendió viaje. Su idea era trasladarse en última instancia a la Península, como tantos magrebíes que siguen la ruta de los espigones como primer paso. Creen que bordearlos es tarea sencilla, pero precisamente en ese corto trayecto es en donde esas historias desaparecen sin que se sepa nada más de sus protagonistas.
La familia Boydo cuenta que Sofian era estudiante. No trabajaba, como les pasa a muchos otros jóvenes que no encuentran futuro en su país y que ahora ven sus aspiraciones más truncadas ante la falta de ayudas y debido a las restricciones derivadas de la covid-19.
Desde el sábado consta como desaparecido, como tantos otros cuyas historias han sido publicadas por El Faro de Ceuta sin que nunca jamás hayan encontrado su punto y final. Es un drama nacido entre fronteras que atrapa a muchas familias que, lo peor, no tienen a dónde acudir ni encuentran apoyo de entidad alguna que se encargue de llevar un registro de desaparecidos para que nunca se les deje de buscar. Desde el cierre de las fronteras existe un vacío brutal en unas áreas entregadas a la incertidumbre y a la presión que protagonizan todos aquellos jóvenes que buscan abandonar su país jugándose la vida. Hay casos en los que sus cuerpos son encontrados, otros que duermen para siempre en el olvido.