El SARS-CoV-2 pudo originarse en un lugar distinto a Wuhan (China) y bastante antes de lo que se cree. Así lo defiende el investigador Javier Durán Zamora, también profesor de Secundaria del Ministerio de Educación, en el libro que ha publicado junto a la editorial británica McGraw-Hill -Aula Magna- Proyecto Clave: Coronavirus-Vincit Omnia Veritas. Nacido hace 40 años en Jaén —pero criado en Jerez de la Frontera (Cádiz)—, es licenciado en Historia y ha analizado más de 500 artículos científicos y periodísticos de todo el mundo.
Según lo que indican sus hallazgos, el coronavirus actual se transmitió a través del pangolín, una especie que se encuentra protegida porque está en peligro de extinción. El investigador cuenta que la carne de este animal se comercializa de forma ilegal. “Hay un mercado negro porque la medicina tradicional china considera que sus escamas tienen propiedades curativas”, añade Durán. Una hipótesis que se ha mandado a la embajada china en España y esta misma semana a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
—¿Cómo ha acabado un historiador escribiendo un libro sobre el coronavirus?
—Hacía poco tiempo que había finalizado un máster en técnicas avanzadas en investigación histórica. Durante el primer confinamiento, que me cogió en Bath (Reino Unido), decidí que era una buena ocasión para ponerlo en práctica. Decidí iniciar ese amplio estudio con más de 500 artículos científicos, periodísticos, de diversa índole, y que me ha llevado a buscarlo en más de 15 lenguas, con preguntas que todos nos estábamos haciendo, de cómo surgió el SARS-Cov-2.
—En el libro afirma que estaba presente desde mucho antes de que China notificase el primer caso...
—Estoy seguro de ello y lo sustento en base a diversos estudios y datos. Se decidió analizar muestras de pacientes fallecidos en fechas anteriores a la fecha oficial del primer caso confirmado en Francia, y un paciente que había fallecido por neumonía bilateral el 27 de diciembre de 2019 dio positivo por virus SARS-CoV-2. Tenemos también los casos de Milán, Turín, en donde un estudio de las aguas residuales del Instituto de Salud Italiano mostró rastros genéticos del virus en diciembre de 2019. El primer caso en Italia no tuvo lugar hasta febrero de 2020.
También el de la ciudad de Santa Catarina (Brasil) fue un caso muy sonado, en donde se encontraron esos rastros el 27 de noviembre de 2019, pero el primer caso confirmado fue 4 marzo de 2020.
—¿Por qué la situación no se puso seria hasta prácticamente entrado 2020?
—Todos estos datos nos hicieron pensar que el virus pudo ir acumulando adaptaciones, mutaciones adaptativas. El virus conforme va infectando a miles de personas va adquiriendo esas adaptaciones que le hacen tener esa optimización a la hora de infectar a los seres humanos.
—¿Esto quiere decir que al principio, cuando empezó a circular, el virus no era tan contagioso como en 2020?
—Lo que es la morbilidad, el índice de contagio y la mortalidad, serían menores en las primeras cepas del virus, que fueron con cada miles de contagios adaptándose mejor para infectar hasta que degeneraron en la cepa L, en Wuhan. Los expertos que ha mandado la OMS han llegado a una conclusión interesante: en Wuhan, en diciembre, había más de 12 cepas distintas. Para que haya 12 el virus ha tenido que circular durante meses antes.
"En Wuhan en diciembre había más de 12 cepas distintas; el virus ha tenido que circular meses antes”
—¿Dónde pudieron originarse los primeros casos de esta covid?
—Estos virus son algo que siempre se ha dado en la naturaleza y hasta ahora han tenido un origen zoonótico. Un estudio de la Universidad de Hong Kong decía que el pangolín era uno de esos posibles animales intermediarios en la cadena de transmisión y tenía un coronavirus muy similar al coronavirus actual. Una revista local de Malasia el 11 de junio de 2019 nos informaba de que el parque nacional Kualah Koh había una tribu indígena llamada batek que había enfermado y habían muerto algunos de sus miembros por una enfermedad desconocida, que se transmitía fácilmente y afectaba a los pulmones.
En este parque estaba el Sunda pangolin (Manis javanica), una especie que se llevaba a los mercados del sur de China. Y hay unas leyes que permiten a esas tribus una o dos veces al año consumir la carne porque para ellos el pangolín es un animal sagrado. El parque se cerró y se llegó a crear un centro de evacuación temporal con 400 camas, y el ministro de Salud dijo que la infección en los pulmones se extendía fácilmente. Finalmente las autoridades malayas indicaron que todo se había debido a una epidemia de sarampión, pero la asociación de médicos privados de Malasia indicó, y cito textualmente: “Creemos que el sarampión fue una falsa pista que oscureció el análisis de otras causas de la mortalidad”.
—¿Ha recibido alguna respuesta de la embajada china respecto al estudio?
—No hemos obtenido respuesta ni la editorial ni yo. Tampoco esperábamos una respuesta por parte del Gobierno de China. Parece ser que en los primeros momentos cuando surgió la pandemia, intentó de alguna forma controlarla sin comunicárselo a la OMS entonces esperábamos que no fueran a darle mucho bombo al libro porque en una parte hablábamos de esto.
—¿Y algún investigador se ha puesto en contacto con usted a raíz de la publicación?
—Sí, a lo largo de estos meses he hablado con distintos investigadores. Tengo constancia de que varios investigadores del CSIC que están trabajando en el tema de las mascarillas y de la vacuna española, están también leyendo el libro. Están trabajando en algo tan importante como la vacuna y quiero romper una lanza a favor de ellos porque se les está manteniendo con unos contratos ínfimos y un sueldo que no está acorde con lo que están haciendo. Estamos a la cola de Europa en cuanto a I+D.
"Estamos robando terreno a la naturaleza, a especies que nunca habían tenido contacto con seres humanos”
—En el libro, no da pábulo a las teorías de que salieron de un laboratorio. ¿Por qué no tienen razón los conspiranoicos?
—Las epidemias, las pandemias, son algo que ha estado a la orden del día. Todas han tenido hasta ahora un origen zoonótico. Muchas veces no nos damos cuenta de que estamos robándole terreno a la naturaleza, a especies que no habían entrado en contacto casi nunca con los seres humanos y que son portadoras de estos coronavirus, como el murciélago de herradura. En el libro abordo la teoría del laboratorio.
En 2015, un grupo de científicos del instituto de virología de Wuhan creó un coronavirus quimérico, era una mezcla entre el SARS-CoV-1 y uno del murciélago de herradura. Por esa época ya teníamos esa tecnología. Pero no deja de ser anecdótico. Ha habido otros estudios en EEUU o en Europa para ver qué evolución pueden los virus tener en el futuro. Eso no significa realmente nada, ya sabemos que un panel de expertos de distintos países, cuyos currículos he visto y son los mejores en su campo, han desechado esa teoría. Hay veces que no confiamos en la ciencia, no creemos que algo así pueda surgir de la naturaleza.
He leído el libro y me ha parecido un trabajo de investigación muy minucioso. Hay cientos de historiadores que han escrito a lo largo de la historia sobre epidemias y pandemias porque, al fin y al cabo, son parte de la historia que viven los seres humanos. ¿O quizás no hay libros escritos por historiadores sobre, por ejemplo, la Peste Negra en la Edad Media o sobre la Viruela que llevaron los españoles a América?
He tenido la suerte de leer el libro Coronavirus vincit omnia veritas. Es un magnifico y arduo trabajo de un historiador, con máster en investigación, como dice en su biografía. Un relato muy bien escrito y siempre, desde un punto de vista objetivo.
Un filósofo ministro de sanidad, ahora un historiador metido a epidemiologo.
Ya lo dijo Machado:
«Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio.»