Los tres sicarios que fueron detenidos por la Policía Nacional el pasado 21 de agosto, tras intentar llevar a cabo un secuestro en la barriada de Benítez, en las inmediaciones del edificio El Regajo, se enfrentan a penas de hasta 33 años de cárcel, de acuerdo con la calificación provisional de los hechos a la que ha tenido acceso El Faro de Ceuta.
Y es que se les relaciona con un delito de detención ilegal (por el que les piden 6 años de cárcel), tres delitos de atentado con medio peligroso (se pide 4 años de prisión por cada delito), dos delitos de atentado (con petición de tres años por cada uno), tres delitos de lesiones (se piden 3 años por cada uno) y cuatro delitos leves de lesiones (por los que se pide una multa de 3 meses con una cuota diaria de 20 euros por cada uno de los delitos). Los acusados se encuentran en prisión preventiva en la Península, bajo máxima seguridad, sobre todo porque entre ellos se encuentra el famoso ‘rey de las fugas’, que atesora un gran historial de escapadas de cárceles de seguridad en Bélgica.
En la noche de aquel 21 de agosto, los tres sicarios contaron con apoyo de al menos otros tres individuos que nunca pudieron ser detenidos e identificados con claridad, con vistas a ejecutar un plan concreto: secuestrar a quien tenían marcado como víctima y al que abordaron cuando circulaba por la barriada en un coche modelo BMW. Los sicarios ocupaban dos vehículos diferentes, con uno de ellos cortaron el paso a la víctima, con la que tenían que saldar unas deudas que nunca han sido aclaradas policialmente ni, por tanto, menos judicialmente.
A base de patadas y golpes consiguieron introducir a la víctima en el maletero de uno de sus vehículos, un Volkswagen Golf, pero no tuvieron en cuenta que se toparían de lleno con una unidad de la Policía Nacional a la que embistieron. Los sicarios que ocupaban el otro coche, en un intento de escapada, arrollaron a uno de los policías que se encontraba en el lugar logrando dejar momentáneamente las inmediaciones del edificio El Regajo al ser interceptados en la carretera de Benítez por otras unidades de la Policía que acudían al lugar en apoyo a sus compañeros y que también fueron embestidas por los acusados. Las dos unidades del CNP que sufrieron el atentado con uso de medio peligroso (empleo de coche) tuvieron daños valorados en casi 10.000 euros. En esta segunda embestida otro agente del CNP sufrió lesiones de diversa consideración.
La intervención de los policías fue clave aquella noche, no solo porque lograron liberar a la víctima, sino porque dieron con los tres sicarios, dejando en el camino a varios efectivos policiales lesionados. Quizá uno de los momentos más graves fue el sufrido por uno de estos agentes a quien uno de los sicarios trató de arrebatar su arma, llegando a hacer amagos de dispararle en el forcejeo que llegó a iniciarse, llegando a producirse disparos sin control alguno que podrían haber impactado en alguno de los policías implicados en contener este episodio violento.
Lo que sucedió aquella noche tardará en ser olvidado, ya no solo por el contenido violento de los hechos, sino por los protagonistas implicados: sicarios llegados expresamente de la Península para tal fin. Que la víctima salvara su vida fue gracias a la llegada en el justo momento de la Policía Nacional.
Terminada la intervención del CNP, cerrado el caso hasta el punto que pudo agotarse, queda solo la apertura de juicio oral que, de entrada, contendrá una petición de cárcel elevada por la comisión de un rosario de delitos importante. Los acusados que tendrán que sentarse en el banquillo lo harán bajo extremas medidas de seguridad evitando precisamente que se consuma algún episodio más en la carrera que uno de ellos tiene a sus espaldas: una carrera de escapadas continuas.