Por el componente religioso de alguna de ellas, era y aún es tradicional en Semana Santa ubicar “películas de romanos” en la programación de cadenas generales de televisión; luego se fue extendiendo la tendencia también a temporada navideña y, nos guste a los que nos vamos sintiendo mayores por ejemplos como este, Gladiator es una de romanos a la vez que ya un clásico. Porque la maxiproducción de Ridley Scott, nominada en su día a 12 Oscars y ganadora de 5 (Película, actor (Crowe), vestuario, sonido, efectos visuales), además, este fatídico año que se nos acaba ha cumplido la friolera de 20 años desde su estreno; así las cosas, aquel proyecto que aunaba los ingredientes comerciales y el hecho de recuperar un género ya en desuso, se ha convertido en carne de peli que ver una vez al año por devoción o sencillamente por acoso y derribo. Aprovechemos pues el aniversario para recordar que una historia con aires a Espartaco (el triunfador que cae en desgracia y acaba jugándose el bigote en la arena del circo mientras maquina su venganza) y no mucho contenido, siendo realistas, muestra un envoltorio espectacular con un despliegue de apabullantes y multitudinarios medios técnicos de esos que ya no se usan y que otorgan poso de cine con mayúsculas, entre otros varios como el de la música imponente de Hans Zimmer con preciosos acordes de guitarra española dentro de una puesta en escena muy “hispana”.
Siempre es un buen momento para recordar momentos esas aplaudidas interpretaciones del Russell Crowe (la persona clave e indicada para el carismático papel protagonista), Joaquin Phoenix (un malo de categoría desde el trabajo de un actor de categoría) o el veterano Richard Harris (presencia y templanza del viejo Emperador). O para rememorar las icónicas frases de unos diálogos certeros, que van mucho más lejos de la famosa retahíla del personaje principal cuando desvela en la arena su secreta identidad y lanza sapos y culebras prometiendo guerra. A la memoria me vienen algunas tan buenas como “Fuerza y honor. A mi señal, ira y fuego”, “Corres peligro de convertirte en un buen hombre” o “Hay que saber cuándo se es conquistado” (inteligente despliegue esta última de fina ironía con un toque de humor negro).
Aplaudida por colosal hace veinte años, sin faltar voces discordantes que la acusaban de vacuo ejercicio de enseñar músculo y de embobar al respetable con fuegos de artificio, el tiempo y la perspectiva que éste aporta siempre acaban poniendo las cosas en su sitio. Juzguen ustedes mismos si hoy en día les seduce la idea de revisionar Gladiator o de recomendar pasar las kilométricas pero potencialmente fascinantes dos horas y media que dura su metraje a alguien que no la haya visto...
Las claves de la película
Dirección: Ridley Scott
Año: 2000.
País: USA.
Intérpretes: Russell Crowe, Joaquin Phoenix, Connie Nielsen, Oliver Reed, Richard Harris, Ralf Moeller, Derek Jacobi, Djimon Hounsou, David Schofield, John Shrapnel, Spencer Treat Clark, Tomas Arana, David Hemmings, Tommy Flanagan, Sven-Ole ThorDavid Franzoni, John Logan, William Nicholson.sen, Tony Curran, Giorgio Cantarini, Omid Djalili, Giannina Facio, Nicholas McGaughey, Chris Kell, John Quinn, Alun Raglan, David Bailie, Chick Allan, David Nicholls, Al Ashton, Billy Dowd, Ray Calleja, Allan Corduner, Michael Mellinger, Said Amel, Adam Levy, Gilly Gilchrist, Graham Mullins.
Guión: David Franzoni, John Logan, William Nicholson.
Música: Hans Zimmer, Lisa Gerrard.