Cinco trabajadoras de limpieza que prestan sus servicios en el Campus de Ceuta han denunciado la situación por la que están pasando "desde hace un año", cuando su situación laboral cambió al reducirles su horario "de manera unilateral, con perjuicio económico" después de estar subrogadas durante más de 20 años con 40 horas semanales, pasando a hacer 30 con una merma de sueldo y horario sin previa negociación con motivo de la división del reparto y coste de las zonas comunes que realiza la comunidad de inquilinos del Campus, formado por la Universidad de Granada (UGR), el Instituto de Idiomas y la UNED.
Además de denunciar que se les debe entre 6.000 y 7.000 euros, desarrollan los problemas que llevan sufriendo, denunciando que "la Universidad de Granada no quiere asumir este servicio de limpieza" y que lo externaliza, "provocando con ellos continuas incidencias, siempre injustas como la asumida en la actualidad para hacer frente al COVID-19, donde ha habido que reforzar la limpieza sin acordarlo previamente".
Ana María, María Isabel, Rosario, Yamina y Hakima son las trabajadoras que son afectadas por este problema con el que llevan ya más de un año. Son mujeres que llevan trabajando en el Campus de Ceuta más de 20 años y que ahora tienen menos sueldo y menos trabajo por una división que consideran injusta por la participación de la UNED, Instituto de Idiomas y UGR dentro de las zonas comunes. Critican que 'Limpiasol', empresa de limpieza que tiene la adjudicación, les redujo su horario sin ningún tipo de negociación.
Lo llevaron a juicio, cuentan a este periódico, ganaron "pero se niegan a pagar", explican, a la vez que también denuncian que existen faltas de productos en unos momentos en los que "hay más trabajo", porque la limpieza en estos tiempos de pandemia es mayor. "Ellas no se niegan, trabajan más", comentan.
"Nos indigna el poco apoyo recibido desde la Universidad de Granada que en este asunto hace una mínima apuesta por las empleadas de Ceuta", comentan, a la vez que critican que la rectora de la UGR "se enorgullece de su condición femenina y del apoyo incondicional en la igualdad de las mujeres frente al tema laboral, pero esto debe ser a otro nivel, porque al nuestro, al de las limpiadoras, nos coloca en el lugar más débil de la cuerda, que es donde se dirigen todas las críticas".
Ahora señalan que "a pesar de recibir una alta valoración por la comunidad universitaria, en encuestas realizadas sobre el estado general de la limpieza, otros servicios no lograron esta nota". Sin embargo, "de nada vale que desde fuera reciban esta imagen distorsionada de un grupo de limpiadoras, que lo único que pedimos ha sido recibir la dignificación que merecemos por el trabajo que realizamos".
Por todo ello, estas cinco trabajadoras no llegan a comprender como la UGR sigue manteniendo "este servicio en precario y en cubierto, conociendo la problemática e ignorando el daño ocasionado a las personas como trabajadoras". En su texto, argumentan que "les amparará la Ley, pero el daño económico lo sufrimos nosotras y nuestras familias, cuando limpiadoras de la Universidad de Granada realizan el mismo trabajo, pero ellas reciben mejoras salariales".
Consideran un "engaño" lo que venía en la adjudicación ya que "ponen en peligro las condiciones de trabajo de las limpiadoras con la complicidad" de la UGR, a la que acusan de "evidente escasa apuesta por la dignidad de nuestros puestos de trabajo". Según explican, "no pedimos más que lo que nos merecemos, no estamos mendigando nada" y solo piden "respeto a nuestros derechos" que afirman han "venido siendo continuamente pisoteados".
Por todo ello, estas cinco trabajadoras ceutíes llegan a pedir la mediación del presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ante la rectora de la Universidad de Granada, "para que de una vez por todas regularice esta problemática".