En el rellano de la escalera, en el patio común de los bloques, en la salida a la calle... cualquier lugar, cualquier rincón en Patio Páramo se convertían ayer en escenario de conversaciones similares con un único tema: la agresión cometida por uno de sus vecinos contra su propia mujer e hijos. “Parecían una pareja normal. Yo hablaba más con él que con ella y nunca habría pensado que fuera capaz de esto”, comentaba en la mañana de ayer una vecina del bloque. Junto a ella se paraban otras: la práctica mayoría con la misma conclusión, ¿imaginarse una agresión tan violenta como la ocurrida? Imposible. Aunque en toda conversación siempre hay matizaciones, siempre hay quienes algo intuían, o algo presagiaban. Entre algunos residentes se imaginaban que la relación no era tan normal, “pero de puertas adentro, los vecinos poco o nada podemos hacer”.
La llegada de las ambulancias y de la Policía Nacional terminaron por levantar a los vecinos que todavía no se habían enterado de la agresión. “Yo vi cómo se llevaban al padre, iba tranquilo. Dicen que se puso de rodillas cuando llegó la Policía y una vecina asegura que no estaba arrepentido, y que llegó a decir que vaya lástima, que no les había matado a los tres”, apuntaba otra mujer.
“Nosotros nos enteramos porque escuchamos como si fuera un tiro, mucho ruido y gritos, que le matan, que le matan”, comenta otra. Una de las vecinas se quedó con el hijo pequeño del matrimonio después de que éste escapara del hogar en busca de ayuda, hasta la llegada de la Policía que intervino después de que lo hiciera un guardia civil vecino del bloque.
Nada más marcharse la Policía, una limpiadora del bloque se encargó de retirar las manchas de sangre que habían quedado por todo el rellano del pasillo. “La mujer salió toda ensangrentada, con el cuchillo clavado en el costado. La casa ha quedado llena de sangre”, indicaba una vecina. Tras la intervención de la Policía -que se llevó las armas blancas usadas y las pruebas recogidas dentro del inmueble- todos se afanaban en intentar recuperar una normalidad. La llegada de alguna que otra cámara de televisión y de varios periodistas alteraba la rutina de un punto tranquilo, de un bloque en el que cada vecino hace su vida sin que nada tan tremendista altere esa rutina. “Qué se le habrá pasado por la cabeza para hacer esto”, indicaban.
Ahora la justicia es la que tiene la última de las palabras en esta historia. La familia pide una acción contundente. Consideran que ha habido un error en el protocolo. “Cómo puede ser que salimos a las cuatro de la tarde, tranquilos, nos dicen que no va a pasar nada y al final él hizo lo que le dio la gana. No sé si es así la ley o se han equivocado, hay que dar gracias a Dios porque si sus hijos hubieran sido pequeños ahora estarían muertos. Él ha venido con la intención de matar”, advierte la familia de las víctimas.
“El juez ha dejado una ventana abierta y por ahí ha salido el agresor, el juez no ha sido perfecto”, señala el padre de la herida que pide que, ahora, no se cometan errores y que el agresor no vuelva para cometer lo que ha advertido que hará.