Reflejan los archivos meteorológicos que el año 1936 fue un año particularmente frío. Ese 5 de septiembre de hace justo 84 años, un indiferente poniente, que tan agradable resulta de junio a agosto, azotaba las playas de la Bahía Sur anunciando la segura llegada de tiempos peores.
En la orden de la Comandancia General de la época se especificaba que la “camioneta de Automovilismo”, escoltada por militares comandados por un oficial, llegaría al punto destinado a pasar a la historia trágica de Ceuta. El mismo documento aseguraba textualmente que “los cuerpos sin vida se trasladarán al cementerio donde los jueces instructores podrán disponer de la entrega de los cadáveres de los reos a los familiares de ellos que lo solicitaren para verificar su entierro que, desde luego, no podrá hacerse con pompa”.
Las rachas de viento de ese enlutado septiembre levantaban unas láminas de agua bañadas de espuma que apenas hacían efecto en los cuerpos muertos en vida que caminaban por la playa del Tarajal encuadrados por hombres en armas.
De los cuatro hombres que ese día se enfrentaron con su destino, uno de ellos miraba hacia oriente buscando luz, como intentando reencontrarse con el infinito, mientras que otros recordaban las últimas cartas escritas a los seres queridos; el favor de última hora que piadosamente se concedía a los condenados a muerte. A veces.
La fría acta de defunción del Ministerio de Justicia aseguraba que a las doce de la mañana del 5 de septiembre de 1936 se constataba la muerte de Antonio López Sánchez-Prados por “herida de armas de fuego”
Entre los cuatro fusilados, entre los hombres que habían soñado con un mundo mejor y que pagaban con su vida el haberse atrevido a vivirlo sin medias tintas ni dobleces, se encontraba un francmasón caballa de la Logia Hércules de Ceuta.
Así fue cómo Antonio López Sánchez-Prados, médico de profesión y alcalde de la Ilustrísima Corporación de Ceuta fue pasado por las armas, culpable de haber ayudado a quienes más lo necesitaban. Pero también fue ajusticiado (como otros muchos, desgraciadamente) por haber pertenecido a un grupo de librepensadores que entendía que solo la concienciación de los seres humanos que se federaban libremente podía cambiar una sociedad de abajo hasta arriba. Diametralmente opuesto a conceptos como los de masa, dogma o pensamiento único, el Hermano Grecia (nombre simbólico que adoptó Sánchez-Prados para la Masonería) y quienes como él integraban la masonería adogmática ceutí trabajaron por una sociedad más libre y más avanzada... Como quienes hoy integran a su vez la Masonería caballa.
En aquellos tiempos, como ahora, hombres de distinta condición social, fueron capaces de juntar manos y voluntades para ir creando un mundo en el que la Libertad sería la base, la Igualdad el medio y la Fraternidad el fin.
La fría acta de defunción del Ministerio de Justicia número 084544 aseguraba que a las doce de la mañana del 5 de septiembre de 1936 se constataba la muerte de Antonio López Sánchez-Prados por “herida de armas de fuego”. El cinismo no tenía límite.
En esa mañana de infausto recuerdo, Fidel Vélez Roldán (secretario del alcalde de Ceuta), Angel Guijo Higuero (conocido como “El Regular”, un militar con una impecable hoja de servicio) y Adolfo de la Torre Guillén fueron los que, junto a Sánchez-Prados, besaron la arena de su tierra por última vez tras recibir los cobardes disparos de la represión de quienes creyeron que la razón de la fuerza iba a poder con la fuerza de la razón. Pero, más de 80 años más tarde se puede comprobar que ni siquiera las balas asesinas del piquete de fusilamiento pudieron acabar con la idea, con la obra, ni con la memoria de tantos hermanos Francmasones. Y con la de Antonio López Sánchez-Prados, menos.
Homenaje al Hermano “Grecia”
Triángulo Hércules del Gran Oriente de Francia, perteneciente a la Logia Pitágoras de Málaga, ha querido homenajear un año más al Hermano Sánchez-Prados, de nombre simbólico “Grecia”, depositando el universal símbolo de la escuadra y el compás en el mausoleo que nuestro Hermano tiene en el cementerio de Santa Catalina. Así, en un acto íntimo se pronunciaron palabras cargadas de emoción y de sentido recuerdo. Los y las hermanas de la estructura masónica adogmática y liberal de Ceuta recordaron que la sangre derramada de los francmasones no hizo sino regar de Libertad la tierra que se encuentra bañada por dos mares y en la que los dragones vigilan de reojo la Plaza de los Reyes.
De este modo, con la mencionada presencia y trabajo constantes del Triángulo Hércules del Gran Oriente de Francia, Ceuta continúa con la honda tradición masónica que siempre la ha caracterizado. Esta ciudad recuerda en todo momento a su alcalde masón mediante una estatua situada en la principal arteria de nuestra ciudad autónoma y con otros muchos símbolos masónicos que adornan la ciudad.
Sánchez-Prados sigue vivo en nuestro recuerdo, en nuestra memoria y en nuestros corazones. La francmasonería ceutí, también.
Las personas interesadas en contactar, o que desee más información, pueden hacerlo mediante este correo electrónico: masoneriaceuta@gmail.com