El pasado 7 de mayo era enterrado Ismail en el cementerio de Sidi Embarek en Ceuta. Por este pequeño tetuaní se había despertado una auténtica ola de solidaridad para que pudiera ser tratado de la leucemia que padecía en un hospital peninsular. Fue mucha la ilusión puesta en que saliera adelante, pero esas expectativas se derrumbaron al conocerse su fallecimiento. La muerte de Ismail consternó a todos los que habían conocido su historia y destrozó la vida de Amal, su madre. Esta joven llegó de la Península para estar en el entierro de su pequeño, su único hijo, que tuvo que recibir sepultura en Ceuta ante la imposibilidad de autorizar traslados de cadáveres por la frontera del Tarajal, cerrada desde el 13 de marzo.
Amal quedó atrapada en Ceuta. Atrapada y sola, sin el cariño de su familia directa, viéndose obligada a pasar el duelo en una ciudad aislada con Marruecos, en donde se juntan las historias trágicas de hombres y mujeres que no pueden volver a su país.
Amal, esa joven que se ilusionaba en abril cuando marchaba con Ismail a la Península, esa joven que tuvo que enterrar a su pequeño en pleno estado de alarma en unas condiciones que nadie quisiera, es la misma que este martes se armaba de valor y decidía cruzar a nado bordeando el espigón del Tarajal. Las cámaras de FaroTV grabaron ese momento y recogieron el coraje, la fuerza mostrada por esta mujer que seguía hacia su meta a pesar de desplomarse en al menos una ocasión en ese periplo.
Amal estaba destrozada, no aguantaba más en Ceuta, tenía que volver con su familia. Quienes la conocen dicen que casi ni comía, viéndose obligada a pasar el duelo por la muerte de su niño sola en nuestra ciudad. Esa fuerza, ese límite al que llegó, constituyó el detonante que movió a Amal a seguir y seguir, luchar y luchar por llegar a Marruecos, por dejar atrás la tierra en la que se vio atrapada, por conseguir estar con su marido, su madre y su familia directa.
Son demasiadas tragedias las que están sufriendo los atrapados en Ceuta
Ahora debe cumplir una cuarentena de unos días antes de poder volver a su hogar para vivir estos momentos delicados con los suyos. Detrás quedan muchas semanas de penuria, demasiados meses de pasar los días sola soportando una tragedia que ninguna madre debería.
Estas historias se están registrando en Ceuta. Historias como la de Amal o como la de otros hombres y mujeres de los que no sabemos sus identidades y que estando atrapados en nuestra ciudad han perdido a seres queridos en Marruecos, han recibido la noticia de fallecimientos de padres y madres a los que han tenido que rezar en este lado, sin poder acompañarles, llorando de rabia porque esa frontera que se cerró el 13 de marzo no entiende de sentimientos, no entiende de personas, no entiende de la cantidad de dolor, rabia e indignación que está dominando a quienes nada de culpa tienen, a quienes se vieron sorprendidos por una clausura que dura ya casi medio año y para cuya apertura no hay fecha.
Amal, en días, podrá estar con sus seres queridos. Su lucha y valentía han sido claves.
Aún estando cerrada, los contagios no paran de crecer, el virus no viene de fuera ahora, ningún país se ha librado, aún estando las fronteras cerradas Y se hayan tomado todas las medidas para contenerlo, es como la inmigración, nadie puede pararlos, solo que el virus dicen que se puede parar con la vacuna, la emigración, no, y no es una epidemia.