La vida del ser humano y su necesario organismo, o sociedad, está marcado por el signo de la escasez. Solo con el ejercicio del ingenio natural podemos crear la ilusión del bienestar; y digo “ilusión” porque la dificultad radica en construir un sistema que sea sostenible y que alcance a todos y todas.
Tras un período de expansión, y multiplicación en los flujos de compra-venta, marcado por la irreflexión en los términos de conservación, nos enfrentamos a un cruce de caminos dramático: “¿Es posible ensanchar la edad de la Historia, entendida como vehículo de paz y prosperidad?”
No es pregunta menor, y así, las mentes más avanzadas del sistema decidieron introducir a la Humanidad en una nueva fase; la fase reactiva. Esta fase constaría de 17 elementos, los llamados Objetivos de Desarrollo sostenible.
Bien es cierto que llegamos tarde, de ahí que la intensidad de la acción correctiva debe ser máxima. Tenemos diez años para enderezar el rumbo.
Según esto, todos somos agentes del cambio, así que Salud Mental España, en su vocación de liderazgo, estamos dispuestos a calcular nuestro impacto, estamos dispuestos a medir nuestra contribución.
En este entorno, el órgano de gobierno de la Confederación, recibimos una formación sobre los ODS, en la certeza de que el dominio de las palabras es el estado previo de la renovada realidad.
Si hay un engranaje que da coherencia al conjunto, ese es el circuito de la responsabilidad: el consumo responsable obligará a la innovación a las empresas proveedoras; y la respuesta responsable de las empresas llenará de oxígeno el deteriorado ecosistema.
La innovación creará un mundo de oportunidades, y mejorará los indicadores de justicia social e igualdad.
Con los pulmones henchidos de aire fresco, la Humanidad tomará conciencia de sí misma, y de su compromiso con las generaciones futuras. El instinto de supervivencia hará el resto.
Con la Agenda 2030 un nuevo espacio en el hacer ha nacido; unas nuevas rutinas que guiarán la acción presente. Corresponde a los Organismos y Estados socializar sus contenidos hasta que el espíritu se funda en un solo ser (la atmósfera no entiende de fronteras).
Termino con una reflexión ya compartida: ¿Cómo queremos que los libros de Historia de dentro de 200 años titulen los días de hoy?
No ha de ser inteligente desafiar el azul de los océanos.
Debemos introducir la variable de la posteridad en el juego.