Como explica Isabel Brasero, su responsable de Comunicación, “Cruz Roja ha tenido su mayor despliegue de recursos humanos y materiales de su historia durante este estado de alarma”. Casi 3000 llamadas al teléfono de información del COVID-19, más de 1.700 peticiones de ayudas sociales a través del teléfono de peticiones que se puso para colaborar con el Ministerio de Servicios Sociales (activo hasta el pasado 10 de mayo), 5.000 llamadas de seguimiento a usuarios de Cruz Roja: personas mayores, mujeres maltratadas, entre otras. Además del apoyo dado a las personas en aislamiento por positivo en COVID-19 o por prevención, otras más de 1.500 prestaciones para estos usuarios haciéndoles la compra de alimentos, medicamentos, incluso tirar la basura a aquellas personas que no podían salir de casa.
Pero a pesar de todo, también se han dado de alta como voluntarios más de 180 personas durante el estado de alarma, movilizándose diariamente alrededor de 90 de ellos para poder realizar todas las labores mencionadas y muchas otras más. Y también han contado con el apoyo de instalaciones como los vestuarios de las pistas de pádel, donde podían acudir cada día a desinfectarse al terminar sus jornadas de voluntariado y/o trabajo. Han tenido el apoyo de vecinos que, no solo les han aplaudido cada día al verles sino que les han hecho las mañanas más amenas llevando dulces y desayunos a las oficinas de Cruz Roja. Y con esto es con lo que se quedan: con la gratificación que les supone su trabajo, saber que gracias a ellos hay personas que pueden seguir comiendo y teniendo una vida digna.