La Delegación del Gobierno en Ceuta está obligada a dar una explicación urgente de todo lo que está pasando. Su delegada, Salvadora Mateos, no puede escudarse en el envío de un comunicado en el que dice que trabaja mucho por resolver los problemas de los ceutíes creyendo que así sirve. Si Madrid no le permite hablar -esa es la explicación oficiosa que se nos da-, que autorice a otros a hacerlo o que el Gobierno de España ponga de una vez orden y explicaciones al sainete que se está viviendo en estas últimas 48 horas. Ceuta no puede consentir ni un minuto más seguir con el oscurantismo y hermetismo con el que la plaza de los Reyes está abordando la auténtica crisis derivada de la presencia de cientos de marroquíes atrapados en nuestra ciudad. Lo sucedido en la noche de ayer fue la gota que colmó el vaso. No es que Marruecos se choteara el pasado viernes de todos imponiendo un listado con sus elegidos para la repatriación, es que anoche quien se choteó de todos fue la propia Delegación del Gobierno al ser incapaz de explicar con claridad lo sucedido y ni siquiera darnos una razón convincente para entender cómo se moviliza a decenas de agentes de la Policía Nacional para montar este auténtico show. Porque eso es lo que ustedes provocaron: un show, un esperpento, jugando con los dramas de quienes llevan ya 70 días atrapados, provocando que ahora las relaciones con el vecino queden enturbiadas y ya veremos sus consecuencias.
A estas alturas no sabemos de dónde ha salido la lista de 300 repatriados que envió Marruecos. Un país que debe hacerse cargo de sus nacionales y que plasma negro sobre blanco los nombres de sus elegidos. Delegación nos insulta cuando nos dice que si queremos una explicación se la preguntemos a Marruecos. ¿Lo ven serio? Para la Delegación, ahogada en sus propios problemas y en su incapacidad de afrontar esta crisis, parece ser que sí. Tenemos que preguntar a Marruecos de dónde ha sacado un listado para llevarse a 300 de sus nacionales de Ceuta. Increíble.
Si ya la primera parte de la repatriación fue bochornosa, tendría que llegar un capítulo posterior mucho peor. Era difícil superar el mal hacer, pero se hizo.
Por la tarde, en vísperas de la finalización del mes sagrado, se montaba un operativo. Decenas de agentes blindaban Varela, se movilizaba a media Jefatura para poner en marcha la repatriación de 100 personas en base a una lista consensuada por España y Marruecos. Y qué sucede: que algunos de la lista no están. Las fuerzas de seguridad no saben ni cuántos marroquíes hay en Ceuta ni dónde se esconden. La Delegación piensa que aunque le cambiemos el nombre al niño no va a pasar nada e incluye en la lista a otros. ¿La consecuencia? lo previsible, Marruecos dice que no. ¿Qué hace la Delegación?, intentar ocultar el nefasto paso dado diciendo que Marruecos es muy malo con los nacionales porque ha rechazado a unos cuantos dejándolos en Ceuta. No cuenta que, por su cuenta y riesgo, ha hecho las cosas mal y en vez de buscar a los 100 como debía ha querido mezclar churras con merinas. Una decisión unilateral imperdonable cuando se trata de una negociación entre dos países y con una frontera tan compleja como la del Tarajal de por medio. Ya pasó antes con el ‘Tarajal II’, la historia de las almendras y el cierre provocado por culpa de la Delegación... Ahora se repite una historia que supone todo un escándalo, se mire por donde se mire.
Se tienen que dar muchas explicaciones, hoy tiene que haber un responsable de este circo, de los dramas sufridos por los afectados lo primero y del descontrol absoluto que se ha tenido sobre este procedimiento, lo segundo.
Lo acontecido es muy grave como para que se resuelva con explicaciones vagas.