La actuación de los controladores ha supuesto un chantaje en toda regla a la ciudadanía. Sus quejas y reclamaciones dirigidas al Gobierno central han tenido como víctima a miles de ciudadanos que pretendían hacer una escapada en pleno puente de la Constitución. Familias enteradas se quedaron en los aeropuertos ante el cero total provocado por los controladores, tras abandonar sus puestos de trabajo buscando un reto sin precedentes y provocando mil y undramas entre ciudadanos que no tienen culpa alguna de lo que ocurre. El Gobierno ha anunciado medidas contundentes. No quedaba otra. El chantaje ha sido de tal calibre que un Estado no puede permitir lo sucedido. Ya antes debía haber sido previsor, haber tenido conocimiento de que esto podía suceder. No obstante, cometida la nefasta acción de los controladores, no cabía otra que adoptar remedios contundentes, aunque haya que recurrir a la intervención de los militares y a las advertencias judiciales. Lo contrario hubiera supuesto otra bajada de pantalones inadmisible. En Ceuta ha habido decenas de afectados.