Una nueva historia de una chavalina: Desde muy joven comprendí que me quedaba prendada de los hombres. Cuando veía esos cuerpos. Esas caras. Escuchar a algún intelectual hablar y como se expresaba con esa claridad. No podía remediarlo. Lo único que me pasaba era que me entregaba con facilidad y no era correspondida con la misma intensidad, ni por asomó. Mi experiencia me advirtió que sólo querían una cosa de mí: mi sexualidad. Mi madre siempre me estaba advirtiendo: “No seas de cascos ligeros. Piensa en tu futuro, por favor”. Pero el presente era lo que yo encontraba y la verdad gozaba de lo lindo.
Tras el fiasco que se rondaba en cada relación yo hacía como lo que se escucha del baúl. Todo lo etiquetaba y lo mandaba a la oscuridad del lugar, dedicado a guardar nuestros vestidos y cositas. Allí sólo podía verlos una misma, ya que la combinación del candado que guardaba su interior sólo la conocía yo. Reconozco que no guardaba ningún rencor de mis pasajeros en la vida íntima. Pero muchas veces reflexionaba cuando conseguía dormir sola y me quedaba recordando hasta altas horas de la noche las artes de cada uno de mis amantes. Eran unos trozos de mi dilatada vida que me daba unas sensaciones que me extrapolaban a un éxtasis superior.
Creo que lo pasaba mucho mejor sola enfrascada con mis recuerdos que acompañada de cualquiera de mis aventuras pasajeras. Reconozco que han sido muchas mis víctimas. Aún que ahora me río de ellos. Han hecho que mi vida haya sido más sencilla y placentera. Estuve casada con un hombre muy respetado en la sociedad. Tuve seis hijos con él. Y reconozco que el amor que me faltaba era el de madre. No se puede igualar. Aún que tenga que estar los primeros meses de la vida de cada uno de ellos muy pendientes de ellos. Darles de mamar. Para mí era un gozo. Yo daba algo de mí a una criatura. La veía crecer poco a poco, día a día. Esas perfecciones de la naturaleza. Como respondían a los estímulos del presente. Para mí era disfrutar de la vida. Una nueva dimensión.
Tengo una nieta que a los quince años se quedó embarazada. La primera en saberlo fui yo. Ella vino a decírmelo. Yo la ayudé y la sigo ayudando. Le expliqué esto que la vida son sensaciones y que no se deben de tirar al baúl de los recuerdos, sino que hay que seguir adelante ya que el futuro es lo más enigmático y bonito que nos tiene reservado está vida que nos ha tocado vivir. No critico con esto a nadie. Sólo opino de algo que he vivido. Suerte a todos en vuestra vida que estáis desarrollando ahora mismo. Un fuerte beso. Y adelante.