Un mes después de que el teniente coronel de la Benemérita, Ramón Cortes Márquez, se felicitara por el nivel de ‘entrada cero’ a través del perímetro fronterizo se ha producido la excepción. Cuatro inmigrantes subsaharianos consiguieron la pasada madrugada, con ayuda de agentes marroquíes, entrar en Ceuta saltando la doble valla perimetral. Un muro supuestamente infranqueable, plagado de cámaras de seguridad, pero que pudo ser sorteado por los inmigrantes. Con las ropas rasgadas por las concertinas, los cuatro inmigrantes llegaron a la Jefatura Superior manifestando que habían conseguido el pase a través de la valla.
Ahora los cuatro, originarios de Guinea, están en el CETI y ellos son los protagonistas de la ruptura de esa calma que desde hace casi dos años se registraba en el perímetro. La Benemérita investiga ahora la forma en que se llevó a cabo esta entrada, aunque fuentes consultadas por este medio apuntan a la necesaria colaboración de Marruecos para, sin pudor alguno, acercarse al vallado y conseguir el pase a la ciudad.
Se teme ahora que comience el repunte de este tipo de entradas, que comenzaron a ser casi inexistentes a partir de 2008, llegando a suplantar las que se producen por vía marítima a bordo de balsas con motivo de la llegada del mal tiempo.
Lo anómalo de este caso es que en el momento de producirse la entrada del grupo ni había viento excesivo que anulara los sistemas de alarma dispersos por la valla ni temporal que pudiera aminorar la capacidad de vigilancia del millonario complejo de cámaras ubicado en el COS.
De momento los informes que maneja el Instituto Armado sobre los asentamientos en Beliones dejan claro una conclusión: no se ha detectado la presencia de grandes bolsas de inmigrantes en los montes más cercanos al perímetro, salvo pequeños grupos que se encuentran dispersos para evitar, entre otras cosas, la detención por parte de las patrullas marroquíes.
Con este panorama, la presión migratoria persiste contabilizándose entradas casi diarias que son registradas en la Policía para tramitarse, después, su ingreso en el CETI. El último de los rescates llevado a cabo por la unidad ‘Gadir’ de Salvamento Marítimo tuvo lugar la pasada madrugada a cuatro millas al suroeste de Punta Almina. En este punto se produjo el rescate de una neumática de dos metros ocupada por una pareja de magrebíes que fue trasladada, en buen estado de salud, al puerto deportivo. Días atrás se había procedido al rescate de seis subsaharianos, de los que la mayoría era menor de edad. En los últimos meses se ha registrado la entrada de unos 300 inmigrantes por esta misma vía, siendo más del 90% de origen magrebí.
La Benemérita hace batidas, los inmigrantes escapan
Ante la presión que se está registrando en el puerto debido a los intentos, a la desesperada, de los inmigrantes por colarse en los camiones, la Benemérita organiza de manera continua batidas tendentes a evitar que los camioneros sean acosados. Buena parte de ellos opta por no bajar de sus vehículos cuando se va a producir el embarque para que, con su presencia, frene las entradas de los inmigrantes. A ello se suma las continuas batidas de la Compañía Fiscal por la zona para provocar que los inmigrantes que se acercan al entorno de las bateas se cuelen, lo que provoca largas carreras por la avenida portuaria e incluso encontronazos bien con los camioneros o bien con las fuerzas de seguridad. Encontronazos como los sufridos por la Benemérita, cuando fue apedreada por los inmigrantes que intentaban embarcar, tal y como ayer informó este medio.
La vuelta al Hacho en otra versión
Es la senda de los elefantes pero en otra versión, la que protagonizan a diario los inmigrantes subsaharianos que caminan hacia la planta de transferencia para posicionarse cerca del lugar e intentar colarse en los camiones de basura. Esos son los que menos vigila la Guardia Civil, por eso se convierten en el salvavidas pretendido por muchos sin papeles para garantizarse la llegada a Algeciras. También es una vía peligrosa. Ya hay precedentes de inmigrantes que han muerto entremezlados con los residuos o aplastados por las máquinas empleadas para compactar la basura dentro de los recintos.
Aúnasí a diario los subsaharianos caminan desde el CETI en dirección al Hacho, ocultándose en frente de la planta, con la pretensión de aprovechar los cambios de turno o los momentos de oscuridad para poder ocultarse en uno de los camiones.
Entre los que intentan este tipo de salidas están los cameruneses que hasta hace bien poco protagonizaban motines o enfrentamientos sociales, buscando así el traslado a la península vía expulsión. Otros lo intentan en el puerto, tal y como ayer explicaba este medio. Todos ellos tienen en común algunas constantes como que siempre van en parejas o grupos, que están coordinados y que tan sólo viajaban con una bolsa de plástico o una carpeta como posible compañera de viaje.
Actualmente la presión en el Hacho la protagonizan más los subsaharianos, aunque esta vía la iniciaron los argelinos. Las patrullas de la Policía Nacional han girado sistemas de vigilancia por la zona, que han servido para que durante unos días no se haya detectado movimiento de estos grupos. Pero la realidad manda, y ante la falta de vigilancia policial comienzan a dejarse ver los grupos de inmigrantes.
Es curioso el modus operandi que siguen para llegar hasta el lugar y posicionarse, todos, en el mismo punto. Dejan señales en los puntos concretos desde donde se divisa mejor el tránsito de los camiones y se entremezclan entre el monte con ropa que no llame excesivamente la atención. Si se les pregunta qué hacen por el Hacho, la respuesta es evidente: “Hacer deporte”. Una forma curiosa de dar la vuelta al Hacho cuando la misma nace el CETI pero tiene su final justo en frente de la planta de tratamiento de residuos.
Así sucede un día tras otro, incluso de madrugada, cuando, confiesan los inmigrantes, resulta más fácil merodear por la planta e intentar ocultarse en alguno de los camiones.
Son pocos los que confiesan abiertamente que llegan hasta este punto para conseguir un embarque sencillo, pero las excepciones existen. Al igual que sus compatriotas del puerto, manifiestan que llevan pocos meses en el campamento pero que no quieren estar como otros inmigrantes, cumpliendo años sin saber cuál será su destino.
Las mafias les dijeron que iban a cruzar pronto a la península y no fue así. Por eso buscan ahora la escapada de la mejor vía posible. Al menos para ellos.
Esta curiosa senda de los elefantes comenzó siendo protagonizada por pequeños grupos de sin papeles, ahora su presencia es más notoria y visible a cualquier hora del día o de la noche.
Lo que buscan es marchar, abandonar una Ceuta marcada en el croquis que llevaron a cabo las mafias como la solución a todos sus males, cuando, en el fondo, era un burdo engaño.
En el entorno del Hacho son varios los recovecos utilizados para conseguir un ocultamiento previo al intento de embarque. Erradicarlos es misión imposible debido a la presión a la que se enfrentan las fuerzas de seguridad.
Hasta la fecha se han producido 90 bajas en el campamento de inmigrantes que un día dejaron de ocupar uno de los módulos sin que se haya ordenado su traslado de forma regularizada. A pesar de los rechazos continuados que lleva a cabo la Policía, sobre todo en el puerto, hay un buen número de subsaharianos que sí consigue su meta de alcanzar el otro lado. Los intentos y las odiseas son diarias.