Somos conscientes de las grandes dificultades a las que están sometidas las personas con dificultad auditiva y parlante, es decir sordomudas, personas con discapacidad invisible, porque reciben poca atención del gobierno.
Esta incomunicación les aísla y orilla a convivir en la exclusión, lo que genera, entre ellos una cultura apartada del resto. Esto los convierte en personas invisibles en nuestra sociedad, que los inserta en el paquete de todas las discapacidades, tanto en atención y trato como recursos para su educación.
¿Qué se está produciendo en el sistema educativo? En España según datos del gobierno hay 7531 niños sordos, 7024 están matriculados en centros públicos y concertados, el resto en centros de educación especial.
Pero que la mayoría de estos niños y niñas estén en centros públicos y concertados, no quiere decir que el uso de la lengua de signos como lengua vehicular se esté llevando a cabo.
Cuando nos cuentan que las familias tienen libertad de elección para decidir que sus hijos e hijas en la escuela tengan una atención individualizada, donde esa educación acoja todas sus necesidades educativas no es real, porque esas familias tienen que mover cielo y tierra, ir contra el propio sistema educativo y a veces contra la organización. Es una lucha que muchas veces fracasa, aunque haya padres y madres que quieran decidir como se comunican sus hijos y como reciben la información, se encuentran con un gobierno y unas instituciones que les dan la espalda.
Y es por eso que cada día tengo más claro que la inclusión tiene que ser real, tanto la administración como los docentes (que tendrían adquirir y recibir la formación adecuada) deberían fomentar un mayor uso y conocimiento del lenguaje para que estos niños y niñas cuenten con una herramienta que es fundamental en su aprendizaje, desarrollo y socialización.
La educación de esos niños y niñas encierra complicadas encrucijadas, insisto, en que el lenguaje de signos es una asignatura pendiente que la sociedad tiene con estos niños y niñas que deberían adquirir esta atención lo antes posible para que con el tiempo tuvieran competencias de manera natural y con el menor esfuerzo posible y la integración de estas mismas. Algunos sordomudos, no le sacan suficiente provecho ni escolar ni social a la hora de integrarse y no tienen mejores resultados porque carecen de un entorno reducido y una atención individualizada y específica.
Seguramente todos deseamos una integración de calidad y para esto necesitamos que haya dotación suficiente y adecuada de recursos materiales y humanos donde estudian estos niños. La educación de estos niños y niñas necesitan un equilibrio entre lo común y específico para su desarrollo, teniendo en cuenta que el 50% de estas personas no tienen estudios y el 12% son analfabetas.
Este fracaso escolar es muy elevado y se relaciona directamente con su dificultad a la hora de comunicarse porque el entorno escolar no siempre pone en marcha las medidas educativas precisas para atenderles. Esperemos que con un gobierno progresista, se facilite a estas personas en su educación y pronto puedan recibir una atención digna, especializada que fomente su inclusión social.