Las imágenes difundidas esta semana por las escasas oenegés que todavía pueden trabajar con cierta libertad en Marruecos eran terribles. Rostros destrozados a golpes, cortes en distintas partes del cuerpo, ojos destrozados... Las víctimas: jóvenes sin nombre. Subsaharianos cuyo único delito era vivir en campamentos, en la peor de las condiciones. Fueron asaltados, golpeados y vejados. Y el resultado lo tienen en las imágenes difundidas gracias a la labor de las oenegés.
Impacta la brutalidad, pero también la crudeza de los comentarios. ¿Qué tendrá que ver que haya habido agresiones a guardias civiles en algunas entradas?, ¿por qué de manera interesada se mezclan episodios para intentar justificar lo que no es más que una barbaridad?, ¿tan crueles nos hemos convertido? Bueno, quizá esta pregunta debería obviarla, nos hemos convertido en muros de hormigón hasta el punto de aceptar todo. Los ataques a unos cuantos kilómetros de la frontera nos resbalan. Hay quien incluso dice que se lo merecen, que algo habrán hecho. La criminalización al subsahariano llega a tal punto que se permite cualquier comentario, cualquier burrada encontrando la aprobación social, extendiendo la culpa de hechos concretos a todos.
Ya no son solo los ataques crueles hacia los subsaharianos sino la aprobación social
Somos odiosamente malos. Podremos ir a misa las veces que queramos, organizar los actos benéficos que nos pongan por delante, enseñarle el CETI a una ministra para que se fotografíe con los subsaharianos olvidando que forma parte del mismo Gobierno que promueve devoluciones sin garantías y que no se lava las manos después de estrechárselas al rey-socio que le hace la labor sucia a este lado de la frontera. Ya no se ocultan.
Somos tan jodidamente hipócritas que da gusto. Estamos perdidos, no lo duden, no piensen que vamos a dejar un mundo medianamente enderezado a nuestros niños. Lo que se toparán estará tan destrozado que no habrá más remedio que callar, someterse a la norma o protestar con cuatro escritos que después terminarán en la basura.
Es triste, demasiado, que tengamos que ver como algo normal lo que no es más que una salvajada. Pero más aún que haya quienes con sus comentarios, con sus aplausos e incluso sus ‘me gusta’, aprueben este tipo de ataques.
Y no olviden que si ustedes se salvan de todo esto es porque les parieron a este lado de la frontera y nunca contemplaron ni una valla ni un doble fondo como posibilidad de vida. Nunca.
Siento vergüenza de la situación actual. Nuestra especie ha pasado a ser inferior a la de nuestros paralelos en el reino animal.