Pese a su juventud, como joven promesa del jazz catalán o, al menos, así la catalogan aunque ella reniegue de etiquetas, Eva Fernández infiere una madurez y sensatez que traspasan esos inicios de la veintena que lleva a sus espaldas. La firmeza y seguridad al hablar es la misma que desprende sobre el escenario donde lleva postrada más de la mitad de su vida. En constante evolución y búsqueda personal y profesional ahora, dice, se ha encontrado y sabe lo que quiere, un punto vital que le ha llegado gracias a ‘Yo pregunto’, su último trabajo que presenta en la que va a ser su primera parada en Ceuta. Será está noche, a partir de las 21.00 horas en el Auditorio del Revellín, con motivo del Día Internacional del Jazz.
‘Yo pregunto’ es “una declaración de intenciones”. Ha sido un vuelo al que se lanzó hace un año y medio después de dos discos tutelados por Joan Chamorro y David Pastor. De él habla con orgullo, porque ha sido más que ese cambio que buscaba. Gracias a él ha podido evolucionar y seguir un camino que desconocía y que ahora recorre con firmeza. Gracias a él hoy es compositora, expresa con emoción. Un trabajo que “ha sido un punto de inflexión” y que, después de recorrer parte del territorio nacional e internacional, llega a través de una propuesta “intimista” y diferente que comparte con el guitarrista Josep Munar y el batería Enric Fuster.
–¿Por qué ‘Yo pregunto’?
–Porque constantemente necesito respuestas. Antes de iniciar este trabajo necesitaba esas respuestas que al fin encontré.
–¿Qué buscaba y que ha hallado?
–Me he dado cuenta que esto es lo que quiero hacer. Se trata de un punto de inflexión en mi carrera, porque por primera vez he podido componer temas propios y es ahí donde he dicho: esto es lo que quiero, quiero vivir en la música desde la perspectiva de la creatividad. Ahora viajo en una nueva dirección en mi carrera.
–Habla de un punto de inflexión. ¿Cómo le ha cambiado?
–Me ha aportado mucha seguridad, pero ha sido más que eso, me ha ayudado a aprender aspectos que trascienden la propia música. Por primera vez he cantado en mis lenguas maternas, que son el castellano y el catalán, y ha sido un canal de expresión tan impresionante que es el que quiero seguir.
–El disco se compone de seis poemas de cuatro autores: Alfonsina Storni, Alfonso Costafreda, Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik. ¿Por qué estos autores y por qué estos poemas?
–No se trata de un hecho rebuscado. Simplemente leí mucho en la época que me centré en la composición y vinieron solos. Al leerlos fueron aquellos que directamente me dije que quería cantarlos. Además, existe una casuística o conexión de la que me percaté más tarde, porque tres cuartos son argentinos y tres cuartos se suicidaron. Además, todos hablan mucho de la muerte, es un tema que me interesa y me ha dado mucho que pensar, pero más por ser una necesidad de hablar de ella que por su lado oscuro. Es un tema que me interesa experimentar y llegar al fondo.
–¿En qué vertiente del jazz se clasifica? ¿Se definiría como jazz puro u ortodoxo?
–No sé lo que es el jazz puro, porque mi trabajo tiene influencias de todas las músicas, con esto no quiere decir que reniegue de las raíces del jazz. Me gusta el flamenco pero no canto flamenco. Ahora me está interesando mucho la propuesta popera de Billy Ellis, la música latinoamericana... Tengo una referencia estándar, pero no busco ser un músico de etiqueta que refleje una pureza. Se me cataloga como jazz, pero sinceramente, no sé lo que es el jazz puro o impuro, yo me guío por la sonoridad.
–Lejos de etiquetas, lo que es indudable es que ofrece una propuesta nada comercial en la que las dificultades para abrirse camino se pueden multiplicar.
–No comparto que no sea música comercial, porque atrae a mucho público. Pero centrándonos en el concepto popularmente concebido, sí que es cierto que es muy complicado abrise camino en este nicho tan particular. Cuesta mucho hacer los números, pero más allá de las dificultades económicas, lo realmente complicado es crear un producto artísticamente interesante que te diferencie y atraiga al público. Lo más útil es concentrarte en lo que tú puedas ofrecer.
–¿Y qué ofrece usted que no hagan otros artistas?
–No quiero meterme en camisa de once varas. Lo único que puedo decir es que yo canto y cuento mi historia.
–¿Con la propuesta que lleva es difícil llegar a la gente joven?
–Para nada. Intento hacer música que guste a la gente. Yo hago música para el mundo, no solo para intelectuales. Y en el caso de la gente joven se ha sentido muy atraída por este trabajo porque está en sintonía con el proceso que experimento. De hecho con esta propuesta he conseguido llegar a más jóvenes, a diferencia que con los otros trabajos, porque consiguen empatizar con él, ya que apuestan por ser más valientes, atrevidos y creativos.
–¿Qué nos encontraremos esta noche sobre el escenario del Revellín?
–Un trío. Llevamos una nave espacial (ríe) porque concentramos los clásicos instrumentos del jazz en una guitarra eléctrica con pedales. Es una formación súper íntima pero no parecemos un trío, ya que no es una formación de jazz al uso. Así que, quien se sienta atraído que venga y, quien no, pues que se lo cuenten.