De un lado a otro. De comparecencia en comparecencia. Canutazos, fotografías, vídeos, ruedas de prensa... Los medios de comunicación son llamados para asistir a cada una de las citas de unos partidos que aunque nada tengan que decir, nada tengan que ofrecer... buscan llenar el hueco. Por una foto hacen lo que Belén Esteban por su hija, aunque su intervención se centre en negar o polemizar sobre lo que ha dicho el contrario. También hay hueco para la escenificación de las más absurdas promesas. Lo son porque nunca las cumplen y porque, además, si usted acude a la hemeroteca comprobará que lo que ahora prometen es lo mismo que nos ‘regalaron’ hace cuatro años. Ya saben la respuesta: no cumplieron.
La degeneración de las campañas políticas ha llegado a un extremo de locos. La ciudadanía ni siquiera sigue con interés las noticias difundidas, tampoco sabe identificar con cierto margen de acierto qué partido es el que ha prometido contratos dignos, cuál el que ha aventurado pagar 600 euros por cada ‘preñaera’ y de dónde ha surgido la idea de rebajar determinados impuestos. En una carrera alocada por ocupar espacios, por coger hueco nos topamos con jornadas maratonianas, sin efecto, en donde se escenifican las batallas de unos y de otros en esa localización del poder más extremo.
Lo más curioso es que se pisan entre ellos. Se copian los itinerarios, se repiten las intervenciones e incluso calcan promesas. La suerte está en los indecisos, dicen. Yo más bien creo que el reto está en ser capaces de movilizar a los votantes para que su ejercicio democrático del derecho a colocar el papel en la urna lo entiendan con sentido. Porque ese es el gran drama al que se enfrentan hoy en día: conseguir que la población empatice con alguna de las ofertas y considere que merece la pena apostar por un sistema político que garantice unos mínimos de bienestar. Y el plan actual no apuesta por trasladarnos esto, más bien lo que están provocando es mayores enfrentamientos, generación de rencores y de odios que no conducen a ninguna parte más allá de los intereses particulares.