Todo el alargamiento sur de la isla de La Palma no tiene más de 100.000 años, y cuenta con siete de las 16 erupciones históricas acaecidas en el archipiélago canario (véase la documentada guía de itinerarios geológicos y generalidades geológicas de Canarias, Anguita y otros 2002). En este sentido, el volcán Tigalate o Martín forma un precioso cono volcánico, menos recorrido que los de San Antonio y Teneguía, pero con unas vistas preciosas y secretos escondidos en el interior de su cráter. Después de una animada conversación con unos guardas forestales (a diferencia de la administración ceutí, donde el medio natural importa un bledo, aquí se ven este tipo de funcionarios con relativa frecuencia) sobre la enorme influencia de estar situados relativamente cerca del mayor desierto del mundo, comenzamos una subida por un precioso camino de ceniza volcánica.
Al poco tiempo observamos un pequeño domo formado por materiales diferentes a las típicas coladas de lavas basálticas, en Canarias este tipo de extrusiones magmáticas suelen ser de fonolitas que son rocas alcalinas donde el feldespato de color claro es habitualmente un componente característico; tomé unas imágenes para mi colega Paco Pereila, que ahora está atareado preparando el Geolodía de este año, y continuamos el camino de subida donde empezaban a verdear los pinares y unos preciosos taginastes con inflorecencias de color lila. Más adelante, dejamos el bosque de pinos, más viejos, atrás y nos adentramos en un pinar típico de cara sur isleña que, en el caso de nuestra excursión, se extendía entre 1200 y 1700 metros de altitud; tiene el aspecto de una taiga que crece en terreno volcánico y apenas va acompañada por matorral salvo algunas especies de leguminosas como el codeso, el escobón y los corazoncillos (Lotus hillebrandii), todos portan llamativas flores amarillas y pequeños frutos en forma de vainas. Al ser terrenos relativamente recientes son difíciles de colonizar y tan solo plantas muy competentes y fuertes pueden sacar partido de estas vastas extensiones de lava, lapilli y escorias. El pino canario es el gran protagonista colonizador de estos duros ambientes en Canarias, capaz de soportar amplios espectros de temperatura y, sobretodo, es una de las pocas coníferas del mundo que puede sobrevivir a los incendios forestales. Sin duda un prodigio de la naturaleza (como apuntan Guillermo Delgado y José Julián Naranjo en su excelente obra científico-divulgativa sobre el pino canario), un regalo de los dioses antiguos que arde como el Fenix muriendo y renaciendo con cada soplo de vida ígnea emitida al capricho del volcán. Todos aquellos pinos se me antojan clones de Edipo condenados, en vez de a sacarse los ojos por el incesto, a arder por fuera y gemir por dentro; sagrados titanes majestuosos de hasta 60 metros de altura que superan el tiempo y las dificultades aportando belleza, bienestar, y agua al suelo merced a su buena captación de las nieblas, así como un olor balsámico que embelesa al caminante aportando vitaminas psíquicas para seguir adelante con nuestras costosas vidas; son auténticos seres intemporales y por lo tanto son en sí mismos mitos de la naturaleza; me pregunto si nuestra mejor tarea en este mundo no será contar las historias naturales del bello mundo y las epopeyas evolutivas de estos titanes de la vida en el planeta, me siento un poco chamán entre pinares. Un buen chamán tiene conocimientos, sabe contar histórias y se comunica con lo eterno, quizá por eso sepa que el hombre desnortado es capaz de infringirle más dolor y pérdidas al pinar que el fuego habitual provocado por los volcanes.
"Todos aquellos pinos se me antojan clones de Edipo condenados a arder por fuera y gemir por dentro”
Este bendito pino es hijo del Tetis y el pariente más cercano vivo habita en las montañas del Himalaya. Ya falta poco para alcanzar la base de la caldera volcánica que queremos visitar, se observan escorias, bombas y un buen número de pequeños conos, en alguno de ellos se observa algún derrumbe lateral debido a un deslizamiento de flanco. Para alcanzar la cumbre del volcán al que nos dirigíamos hay que rodearlo por su ladera norte que está formada por escorias volcánicas de cierto tamaño, con oquedades de profundidad suficiente que permite que se instalen plantas especializadas en colonizar estas coladas siempre que la orientación permita que la atraviesen nieblas cargadas de humedad que proporcionan los vientos cargados de humedad. Los Alisios, son estos vientos quizá más parecidos a deidades heroicas que hacen de Canarias el paraíso natural en lucha constante contra el caliente caldo de arena sahariano que convierte a las islas en hornos durante unos días o incluso semanas. Este fenómeno se da con mayor virulencia en el archipiélago de Cabo Verde. De todos modos, conviene indicar que vivimos en un universo de contrarios complementarios y estos polvos saháricos también tienen una gran finalidad fertilizadora del océano. El micropaisaje de plantas suculentas (bejeques y afines), de pequeños pinos y de formaciones vegetales rupícolas encabezadas por los líquenes, musgos y helechos forman un cuadro natural de extraña vivacidad y particular belleza, son el respiro de humedad necesario antes del último arreón de pendiente que nos llevará a la contemplación del volcán en toda su dimensión. Una vez en la cumbrera, algunas grandes rocas en su interior nos indican el desplome de la antigua chimenea. La bajada al rojo cráter es emocionante y con deseo ansioso nos acercamos a una cueva que se abre en uno de sus flancos para descubrir una pequeña mancha de vegetación con cierta exuberancia que nos reveló la refrescante sorpresa final pues existen al menos dos chorreras de agua que caen goteando y por filtración se van acumulando en pequeños cuencos hechos con madera de pino que pastores y montañeros dejan por estos lugares ocultos.
"El sur de la isla es un lugar privilegiado para el estudio de las comunidades de corales entre 60 y 100 metros”
Las inmersiones en esta parte de la isla son siempre altamente satisfactorias, pues no tiene que ser pleno verano para deleitarse con una gran transparencia y especialmente en mi caso porque se puede bajar muy profundo a poca distancia de la costa. De hecho, de acuerdo con mis colegas canarios, el sur de la isla es un lugar privilegiado para el estudio de las comunidades de corales entre 60 y 100 metros de profundidad utilizando un sistema de circuito cerrado que va reciclando el aire que se respira en vez del tradicional equipo de escafandra autónoma. En esta zona estableceremos prontamente una estación de control de cambio global basada en los corales propios de estos fondos. Nada más iniciar la inmersión nos dirigimos a las zonas más profundas, pasados los sesenta metros, en la que se instalan unos prístinos conjuntos de corales negros y esponjas masivas de colores amarillos y anaranjados. De hecho, alrededor de la mayor parte de las islas de la Macaronesia existen unos cinturones de estos corales negros que se desarrollan en estos rangos de profundidad y que en algunos puntos llegan a formar auténticas selvas sumergidas; esta misma especie de coral negro fue localizada por nosotros hace algunos años en la zona de Punta Almina y publicamos los resultados con el mayor experto de este tipo de corales, Dennis Opresko. En estos ambientes es muy posible encontrar a un raro coral parásito que describimos hace algún tiempo y que ofrece un precioso color amarillo, esta curiosa criatura a la que dimos como nombre Antipathozoanthus macaronesicus en honor de las islas en las que habita, desde Azores hasta Cabo Verde, va creciendo sobre el coral negro hasta recubrirlo completamente y acabar con la colonia quedándose con su formidable esqueleto de soporte. Es precioso también acercarse lo suficiente a estos corales negros para observar el gran despliegue que producen sus pólipos abiertos y los tentáculos bien extendidos. Se trata de una estrategia ecológica muy interesante y eficiente ya que las tupidas ramas de los corales negros forman redes intrincadas que interponen a la corriente para conseguir atrapar el mayor número posible de fauna planctónica.
"Bajo el mar también ser observan hitos rocosos imponentes, sobre todo en las islas volcánicas”
En fin, deambular, captar imágenes y observar estos entornos maravillosos y ancestrales, pues muchas de estas especies surgieron en el antiguo mar de Tetis mucho antes del nacimiento del Atlántico, es un privilegio a la vez que un gran reto aportar algo para su conocimiento y conservación futura. En las zonas someras las experiencias no son menos brillantes, pues en los primeros 20 metros de profundidad las algas recubren una gran parte del territorio bentónico en esta zona luminosa de la isla y las algas rojas del género Lophocladia son tan delicadas y bonitas que el mero hecho de contemplarlas serena el espíritu mientras hacemos la rigurosas paradas de descomprensión obligadas antes de retornar a la superficie. Tal y como ocurre en las montañas emergidas, bajo el mar también se observan hitos rocosos imponentes, sobretodo en las islas volcánicas como por ejemplo un auténtico minotauro que salió a nuestro paso. En estos casos podemos tener la suerte de contar con un buen guía que nos lleve a conocer lugares especiales en los que deleitarnos con especies y paisajes singulares. Un gran arco volcánico forrado de pequeños corales, muy hermosos vistos de cerca, creciendo junto a esponjas incrustantes y sus pequeñas cuevas aledañas con algunos ejemplares de peces cofre puso el fin al recorrido submarino. Uno nunca sabe lo que le está esperando en el último recodo del camino, así que antes de finalizar observamos una extraña morena que ya conocía de Cabo Verde y a la que pude sacar una imagen y enviarla a mi colega Rogelio Herrera del Gobierno de Canarias. Ya intuía que le interesaría, y me dijo que se trata de una especie relativamente frecuente en El Hierro pero escasa o desconocida en otras islas occidentales. Todas estas aventuras en la naturaleza requieren experiencia y de un importante acto de voluntad y perseverancia para poder llevarlas a cabo, pero merecen mucho la pena si la persona tiene la disposición y el interés suficiente. No obstante, otras versiones son más que posibles y con unas simples gafas y un tubo se pueden observar muchas maravillas naturales en un rincón de muchas costas del planeta. Sin embargo, sea cual sea el nivel de capacidad física y mental de cada persona, la única respuesta cierta para mí es que solo el estoicismo físico, intelectual y moral, unido al conocimiento vivencial del mundo natural son uno de los grandes alicientes motivacionales por la vida antes de la muerte. Al igual que en el mito del héroe según Joseph Campbell la única posibilidad infinita y constante antes del final es la renovación permanente de la vida y para ello la gran aliada, y porqué no nuestro Virgilio y acompañante universal en tantas mitologías antiguas, es la diosa naturaleza.