La Junta establece un reglamento para disminuir la contaminación lumínica.
La asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción llamó ayer la atención sobre la iniciativa adoptada desde la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía para reducir el empleo de iluminación ornamental en playas y monumentos.
El nuevo reglamento en tramitación establece un horario nocturno durante el que se limitará el impacto lumínico. Entre las 24.00 y las 7.00, en invierno, y entre la 1.00 y las 6.00, en verano, tendrán que estar apagados, por ejemplo, los carteles, vallas y anuncios publicitarios luminosos. Sólo podrán permanecer encendidos los que “cumplan una función informativa de posición y existencia de lugares en los que se presten servicios de interés social” y sólo cuando estos lugares se “encuentren operativos”. Además todos los dispositivos para la publicidad y señalización deberán “emitir el flujo luminoso de arriba hacia abajo” para minimizar así la contaminación.
El presidente de Septem Nostra José Manuel Pérez Rivera, pide la aplicación de medidas restrictivas similares en la ciudad, ante el “aumento” del empleo de luz ornamental y el incremento de la contaminación lumínica. Precisamante a esta alta radiación no colabora la instalación de farolas-globo en algunas zonas como Edrissis o el Paseo de las Palmeras, “además de ser las que más contaminan, también son más ineficaces porque el 50 por ciento de la luz se pierde al estar orientadas hacia arriba en lugar de al suelo y, por tanto, gastan mucha más energía”. Una de las exigencias que quiere imponer la Junta de Andalucía a sus ayuntamientos.
Otro de los puntos que ha supuesto un incremento de contaminación lumínica y, de forma paralela, del gasto energético es la iluminación en la costa: “A partir del verano playas como la Ribera están continuamente iluminadas durante la noche. Algo que parece innecesario a partir de ciertas horas”.
Los escasos estudios que se han realizado sobre esta cuestión también aluden a las serias consecuencias que esta polución tiene sobre el ecosistema, que se hacen especialmente palpables en el caso concreto de Ceuta, “la ciudad es una zona importante de paso de aves y esto les afecta seriamente, por lo que debe ser prioritario combatir este tipo de contaminación”. Y es precisamente la Administración local la que debe hacer frente a este problema, en cuanto, según Pérez Rivera, “existe una obligación legal de promover esta prevención y la Ciudad debe aplicarla”.
Además de este derroche energético, Pérez Rivera ha subrayado que este tipo de polución lumínica afecta seriamente a la salud “no existe un contraste entre lo que es el día y la noche y crea cambios en el propio organismo, sobre todo en aquellas zonas donde hay una intromisión de la luz en las propias viviendas”.