La segunda jornada de formación sobre migración y salud destinadas para profesionales sanitarios, fuerzas del orden y trabajadores sociales que prestan parte de sus servicios en cuidados de salud mental y física, a nivel local, con migrantes y refugiados ha versado, en buena parte, sobre las afectaciones psicológicas y mentales que el proceso migratorio, así como el trabajo de los profesionales en primera línea de frontera.
Uno de los profesionales que ha abordado la salud mental en el proceso migratorio, así como los primeros auxilios psicológicos en este colectivo ha sido Cristóbal Bohórquez, del Centro de Acogida al Refugiado de Sevilla, cuya labor principal es ayudar a los inmigrantes que llegan a su proceso de integración, mediante la formación para su inserción laboral o aprender nuestro idioma, entre muchas otras acciones.
Durante estas conferencias, se han disertado sobre ciertas conclusiones sobre si estos procesos migratorios afectan a la salud mental y si es patológico en sí, “es decir, si ya por el mero hecho de migrar, las personas tienen un trastorno mental o no lo tienen”. También, detalla Bohórquez, se ha hecho una comparativa de cuál es la situación mental de las personas migrantes y de las personas en la sociedad de acogida, en este caso España.
“Las conclusiones a las que llegamos es que el proceso migratorio en sí no es traumático, sino que hay muchos factores que dependen incluso de antes de salir, si son personas refugiadas, si son migrantes irregulares, si lo hacen en avión o tardan cuatro u ocho años en llegar...”, comenta tras las ponencia. En este sentido, indica que también influye la llegada, la relación implícita con integración al lugar que lo recibe, ya que “también hay muchos retos para las personas que llegan, desde el idioma, si la sociedad de acogida recibe a esa personas, el choque cultural...” Todos de esos factores, agrega, pueden hacer que el proceso migratorio sea normal como es el caso de una persona que se va a trabajar a Alemania de manera regular o que sea patológico, como puede ser el de una persona refugiada que ha tenido que viajar durante años hasta llegar a un destino.
En ese segundo grupo, de todas esas personas cuyo proceso migratorio se demora durante años, también afecta la personalidad de cada migrante, pues a algunos les afectan esas condiciones más que a otros. “Lo que sí parece determinante, en el caso de los refugiados que proceden de lugares de conflicto, que han presenciado muertes de familiares, que han sufrido guerras, encarcelamientos, tortura... Sí tienen cierta tendencia a padecer ciertos trastornos en concreto de estrés post-traumático”.
La situación legal es otro de los motivos que afectan a la estabilidad emocional de los migrantes, si puede llegar a trabajar e integrarse o si tiene otra dificultad añadida, como es, en mucho de los casos, la barrera del idioma, que les impide poder hacer una vida normal en el país al que llegan. Eso lleva a que, por ejemplo, los latinos se puedan integrar mejor que otros migrantes que proceden de países que no son de habla hispana.
“Esto no es matemático. El ser humanos puede ser tan enigmático. ¿Por qué dos personas que han pasado por lo mismo, unos sufren mucho y otros no?”, rebate el experto. Pese a ello, la mayor carga emocional se suele ver en las personas refugiadas, puntualiza.
Una de las conferencias impartidas ha tratado sobre los Primeros Auxilios Psicológicos enfocados, principalmente, a todos esos profesionales que tratan en primera línea la llegada de los migrantes y a los que han estado destinadas estas jornadas. “Para que ellos entiendan cuál es el proceso de las personas que llegan, aunque no tengan formación en psicología y que sepan como intervenir en casos evidentes de alteración psicológica”.
Por su experiencia en el Centro de Acogida al Refugiado, mantiene que aún España sigue siendo un país de tránsito para los migrantes y no su destino final, aunque algunos se queden.