El líder de la revuelta social del Rif (norte de Marruecos), Naser Zafzafi, y sus principales compañeros piensan "boicotear" el proceso contra ellos, que se reanuda mañana en el Tribunal de Apelación de Casablanca, al sur de Rabat.
El padre del activista, Ahmed Zafzafi, explicó hoy a Efe que su hijo y los 41 activistas procesados en este caso se proponen no asistir a la sesión de mañana debido a que la Corte todavía no ha respondido a sus reivindicaciones.
El pasado 7 de este mes, los detenidos rifeños anunciaron en la primera sesión de esta vista de apelación que boicotearán el proceso hasta que se les saque de la mampara de cristal tintado en que son colocados durante su comparecencia para evitar que tengan contacto visual con sus allegados.
Durante la fase de primera instancia, los activistas rifeños comparecieron dentro de una mampara transparente montada en la sala del juicio, pero luego fue pintada de blanco.
Además, hay polémica sobre el estado de salud de Zafzafi.
Mientras que los abogados defensores denuncian que el activista rifeño tiene una condición arterial seria y piden un tratamiento médico inmediato, la administración penitenciaria asegura que los exámenes realizados a Zafzafi han demostrado que tiene un "defecto genético leve" en el cerebro.
El padre del activista, muy involucrado también con la causa rifeña, asegura que su hijo ha perdido la sensibilidad en la parte derecha del cuerpo, pero un examen hecho por orden del Consejo Nacional de Derechos Humanos concluyó que su estado de salud "no es preocupante".
En junio de 2018, 53 activistas rifeños considerados líderes del movimiento Hirak fueron condenados por un tribunal de primera instancia de Casablanca a penas de hasta 20 años de cárcel por distintos cargos relacionados con "la seguridad del Estado".
Once de ellos fueron indultados en agosto de 2018 por el rey Mohamed VI mientras que a otros cuatro se les ha concedido la libertad condicional.
Las protestas sociales del Rif estallaron en octubre de 2016 tras la muerte de un vendedor de pescado que quedó aplastado dentro de un camión de basura en el que las autoridades habían tirado la mercancía que le había sido confiscada.
A finales de mayo de 2017, el Estado marroquí optó por la vía represiva para acabar con las revueltas rifeñas, lo que llevó a la apertura de juicios contra un total de 772 activistas y manifestantes, entre ellos 158 menores.