Decía Charles Baudelaire: “Existe en todos los hombres y a todas horas dos postulaciones simultáneas: una hacia Dios y otra hacia Satán. La invocación a Dios o espiritualidad es un deseo de ascender de grado; la de Satán o animalidad, es un gozo de rebajarse”. Si Dios bajase del cielo para entrevistarse con Sandro, es certeramente posible que tuviese que tomar cartas en el asunto. Desde que salió campeón con el Guaraní de Asunción de Paraguay, con derecho a jugar la Copa Libertadores y ser cedido por un año a la Unió Sportiva Lleida, privándole de su ilusión, nadie ha valorado en España sus condiciones especiales para ser un grande del fútbol.
Ni siquiera cuando el Atlético de Madrid hizo una oferta mareante de 100 millones de pesetas (600.000 euros) que no llegó a fructificar porque en el fútbol circulan personajes de dudosa conducta moral. Varios equipos lo querían en sus filas, entre ellos el Málaga CF. Una oferta de la UD. Levante y tras ser amenazado con una pistola por el presidente del equipo paraguayo, le obligó a fichar por los granotas aunque él quería seguir en el Lleida.
Cuando discurría la temporada como titular indiscutible en el Levante y con proposiciones interesantes de otros conjuntos y al no contar con pasaporte comunitario, se le indujo por parte del entonces vice-presidente y otros oscuros personajes a viajar a Portugal con el fin, primordial, de hacerse un pasaporte portugués con el que jugar sin ocupar plaza de extranjero. El interés del CD. Badajoz, entonces en segunda división, equipo que pagó catorce millones de pesetas, supuso la consolidación del defensa central como un seguro para los pacenses y un goleador importante para los grandes partidos.
Marcó hasta aburrirlos al “Turu” Flores, Makukula y a los mejores delanteros centro de la categoría. Un jugador nacido para triunfar. Cierto día y cuando su rendimiento superaba previsiones, recibió una llamada desde Valencia con el siguiente mensaje: -Sandro, quema el pasaporte, quema el pasaporte-. Al parecer, se había denunciado que el jugador no era comunitario y se le conminaba a proceder de esa manera. En la misma situación estaban jugadores conocidos como Marioni, Barata o Dida, éste portero del Mílan, huyendo éstos a otros países. Haciendo caso omiso a aquellas indicaciones corruptas, Sandro entregó su pasaporte falso en la Comisaría de la ciudad, siendo suspendido por dos años.
En su segunda temporada en el Badajoz, antes del hecho referenciado, Sandro sufre una fractura de peroné que lo retira del fútbol momentáneamente. Vuelve con fuerza y el club extremeño deja de pagarle al sentirse engañado cuando se entera que el jugador ocupa plaza de extranjero. Se le embarga la cuenta corriente con varios millones de pesetas así como su vehículo particular.
Eso le obliga a cambiar de vida y así comienza en la carga y descarga de camiones, cumpliendo con el pecado que habían cometido otros sinvergüenzas malhechores. La sanción de dos años no llega a cumplirse por una sentencia que le beneficia y ficha por el Peñarroya, equipo entonces en tercera división y que es recuperado por el entrenador Fernando Castro Santos, entonces en el Club Polideportivo Ejido de Segunda División, volviendo a sentirse jugador de Fútbol. En la misma categoría, juega en el Córdoba CF y posteriormente lo hace en el AD. Ceuta, ya en Segunda división B. Con cuarenta y tres años, abandona el fútbol dedicándose en la actualidad a entrenar jugadores con edades comprendidas entre los 4 y 12 años.
En la sentencia por otros recurrida, el Tribunal Supremo le da la razón y eso le permite seguir jugando al fútbol. En ese tiempo de esperas buscando una sentencia definitiva, se persona en Ceuta Javier Tebas, entonces cercanamente responsable de la entidad aludida y que acompañado por un empresario de la ciudad, vinculado a los medios de comunicación, le ofrecen 60.000 euros para que se olvide de la denuncia por él presentada. Sandro se niega y persiste en su pretensión.
La verdad está con él. Un hecho que de nada le sirve porque, a día de hoy, el dinero del embargo lo ha perdido, su coche estará podrido y aquellos que le daban palmaditas en la espalda por su buen hacer como futbolista y mejor persona, ya no existen, “están desaparecidos”. Es la putrefacción del deporte rey, un estilo fraudulento que vulnera los derechos mas fundamentales recogidos claramente en la Constitución Española. Hoy me veo en la obligación de traer estos asuntos que, aunque pasados, no dejan de tener su importancia. Para ello, el primer fichaje de Sandro Marques por la Asociación Deportiva Ceuta y las circunstancias especiales de su contratación son surrealistas.
No creo que la proporción sueldo y clausula de rescisión fueran de recibo. Sobre un sueldo de 750 euros y vivienda, si el jugador se quería ir del club, debería de pagar un millón de euros. Así consta en el documento no firmado por el director deportivo del club. Condicionado por las circunstancias y ante las perspectivas que en ese momento se le presentaban, quien conozca a Sandro, sabe que firmaría su afiliación a las tropas norteamericanas que fueron al Vietnam. Su rendimiento siempre fue y contó con la confianza de todos los entrenadores que lo tuvieron a sus órdenes. Su indiscutible titularidad solamente se vio truncada por un mal entrenador llamado Pastelero y que, influenciado supuestamente por algún dirigente del último año del equipo de Escane como presidente, no llegó a jugar 25 partidos porque estaría renovado por un año y 6000 euros.
Con una pareja de centrales de poca credibilidad, el equipo no se clasificó para la fase de ascenso y si lo hizo el Poli Ejido, al que quiso derrotar en los despachos. Lo curioso del caso es que Sandro solo jugó 24 partidos, a uno solo de conseguir su renovación. Fue una falta de respeto a un jugador que lo había dado todo por el equipo. En los momentos que procedan y si lo cree conveniente, Dios impartirá justicia, el hombre ¡no!.