El mundo se llena de fronteras. De muros con los que se quiere frenar la entrada de inmigrantes pero también la salida. Son particulares laberintos que pretender ofrecer una función de blindaje. En Ceuta, en el perímetro, para evitar la entrada de personas desde Marruecos. En Ceuta también, pero en su puerto, para evitar la salida a la península. Y en el otro norte, en Bilbao, para vetar la entrada de polizones albaneses en los barcos que tienen como destino Inglaterra.
Muros, verjas, concertinas… Interior solo se fija en las de Ceuta y Melilla. Las que más sangran, las que más heridos producen, las más mediáticas. Pero hay más. Hay muros por toda Europa que refuerzan fronteras y trastocan las imágenes de los puertos. En Ceuta hace tiempo que sus distintos muelles quedaron serpenteados por planchas metálicas y concertinas. ¿Tienen una utilidad? La situación que se da hoy en día ofrece arroja una respuesta negativa. Incluso acceden a las consideradas zonas restringidas.
En Bilbao han construido un muro de cuatro metros de altura. Su objetivo es evitar que los polizones se cuelen en los barcos que marchan a Inglaterra. Usan, como en Ceuta, escaleras y cuerdas para llegar a los camiones, subiéndose en los techos, o para acceder a la terminal. Las estadísticas difundidas apuntan a un descenso en el número de accesos, aunque pueden estar condiciones por el tiempo.
Los puertos se enfrentan a un grave problema porque si los polizones son detectados en alta mar, deben ser devueltos al puerto de origen, lo que genera gastos a las navieras y provoca que estas recelen de nuevas incursiones.
¿Son los muros las soluciones? Una estadística difundida por El Confidencial apunta que se ha pasado de 1.818 interceptaciones al mes de media desde noviembre de 2017 a febrero de este año a menos de tres casos al día en los últimos meses. El subdelegado del Gobierno en Vizcaya, Vicente Reyes, cree que la obra ha sido determinante. Las oenegés, en cambio, han calificado este tipo de actuaciones como muros de la vergüenza.
Europa se blinda a base de ellos. Aunque ahora se reabre el debate orientado a fomentar una mayor inversión en medidas tecnológicas que sirvan para no tener que llevar a cabo ni estas actuaciones ni un mayor incremento de agentes.
Esta Echarri no tiene solución, si con toda clase de artilugios se cuelan algunos, imaginemos que sin muros, vallas, concertinas cámaras, etcétera, esto se convertiría en el coño de la Bernarda. Pero esta Echarri sigue en sus treces, sigue erre que erre, no se da por vencida de que África tiene 2.000 millones o tal vez más de africanos y todos quieren, o al menos desde la mitad de África para arriba, todos quieren colarse en Europa. Parece que la Echarri anda detrás de una medalla o condecoración de alguna ONG o de algún Organismo europeo, de la ONU. Es increíble que no le entre en la cabeza que Europa no puede albergar a millones de negros, arabo-islámicos o asiáticos. En fin, Echarri es un caso clínico de la clínica, es un caso perdido. Razonar con ella es como hacerlo con la pared. La verdad es que no sé cómo continúo escribiendo un comentario en sus crónicas. No merece la pena. La Echarri no va a cambiar aunque le expliquemos con silogismos que Europa se va al precipicio con tanto negro y con tanto arabo-islámico. Y lo dice quien ha viajado por el continente y ha visto algo de lo que trato de hacerla comprender. Pues eso, Echarri, con tu pan te lo comas.
Pues si con ellas no es suficiente, varias filas continuas de muros y concertinas
Ong... Muros de la vergüenza... Jajajajjajaja la vergüenza son ellos, panda de mafiosos