El establecimiento de una posible línea marítima entre Ceuta y Marruecos supondría, por supuesto, una salida bastante potable a la ausencia, por el momento, de una aduana comercial. Desde luego, que los negociadores que deberán llevar a cabo esta posibilidad podrían chocar con una negativa marroquí, pero en una situación como la que actualmente vivimos de globalización y donde Marruecos es un socio básico para la Unión, sería difícilmente entendible una negativa a este respecto. Mientras que se logra o no la aduana comercial, el establecimiento de esa línea marítima para el transporte de mercancías sería muy beneficiosa para ambas partes. Sería comenzar a dar los pasos para una normalización de las relaciones comerciales, desde el punto de vista de la más estricta legalidad. Ello no es óbice para que cada país continúe defendiendo sus tesis políticas, lo cual no es incompatible con un entendimiento económico. Es un nuevo planteamiento del Gobierno Vivas, pero que, por supuesto, escapa a cualquier tipo de capacidad de decisión desde Ceuta. No está en nuestras manos.