A pesar de todas las dificultades, la Hermandad de las Penas estaba en la calle a la hora prevista.
Como es tradicional, centenares de personas se dieron cita en esa confluencia entre las calles Beatriz de Silva, Cervantes, Amargura y Plaza de los Reyes, para aplaudir a sus titulares cuando enfilan hacia el edificio de la Empresa de Alumbrado antes de girar hacia la izquierda. Esa relación especial con el Colegio de San Agustín no se ha perdido, ni se perderá durante muchos años, porque este centro escolar continúa siendo la cantera de unos costaleros que oscilan entre los dieciocho y veinte años hasta los cincuenta.