El Centro de Estudios Histórico de la Masonería Española organiza, desde hoy y hasta el próximo sábado en Lisboa, el ‘XV Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española’ que este año se desarrollará bajo el lema ‘La Masonería: Mito e historia en el III centenario de la Fundación de la masonería moderna’.
Al evento asistirá el miembro del Instituto de Estudios Ceutíes, IEC, Francisco Sánchez Montoya, con una comunicación sobre las vicisitudes que tuvo el templo de la Masonería en Ceuta, construido en 1933 en la calle teniente Pacheco y en el que estaban instalados los talleres ‘Hércules’, ‘Hijos de Hércules del gran oriente español’ y ‘Constancia de la Gran Logia española’. Sánchez aludirá a brutal represión que se vivió tras el 17 de julio de 1936 y que sepultó la historia de la masonería en Ceuta.
“Cuando el 24 de julio de 1936 el venerable maestro de la logia Hércules, Alonso Estivil, clausuraba las puertas del templo ceutí, camino del exilio, se abatieron las columnas de toda una tradición masónica en la ciudad, con más de un siglo de historia”, recuerda el investigador ceutí.
El 25 de julio el templo fue asaltado por parte de un numeroso grupo de civiles, los llamados balillas, primera denominación de la organización juvenil de Falange Española. “Sacaron a la calle todos los utensilios masónicos, los pasearon por la calle Real, hasta los jardines de San Sebastián, donde los arrojaron desde la balaustrada al mar”.
Durante la Segunda República las logias ceutíes no encontraron ningún obstáculo para la propagación de sus ideas, todo lo contrario ya que recibieron múltiples apoyos y se vivió una época de fuerte participación de ciertos masones en la vida pública. Como muestra de ello, tres de los cinco alcaldes y dos de los tres representantes en el Congreso de los Diputados que Ceuta tuvo durante el régimen eran masones.
Uno de sus proyectos más importantes de la logia Hércules fue encontrar un local donde reunirse y desarrollar sus actividades y en sus primeros meses se instaló en unas habitaciones situadas en el sótano del hotel Gironés, en la esquina a Teniente Pacheco que finalmente convirtieron en el templo de la masonería en Ceuta.