Jesús González es el encargado de vestir cinco pasos, de pensar sus ropajes, y de ponerles cuidadosamente las telas y bordados.
Ayer por la noche, precisamente, se afanó en esa labor con la Cofradía del Desamparo, una de las últimas en seguir este ritual. A pesar de sus 23 años, González puede presumir de una amplia experiencia en esta labor. No en vano, fue por primera vez en el año 2003 cuando le tocó coger el testigo del anterior vestidor de la Palma y la Pera, cuando contaba con 17 años
–¿Cómo llegó a ser vestidor de pasos?
–Por casualidad. El anterior lo dejó, y me ofrecieron a mí el puesto, que acepté gustosamente. A partir de ahí he tenido que ser un autodidacta.
–¿Cuál fue ese proceso de aprendizaje autodidacta?
–En la propia hermandad al principio, la antigua vestidora, miraba como siempre ataviaba a la virgen, y también mirando la Península sobre todo ciudades como Sevilla, Cádiz o Málaga, donde hay mas punteros, siempre mirando, porque esto es como la moda: cada temporada hay algo que se estila; siempre hay alguna novedad.
–¿Cuál es?
–Últimamente estamos bastante clásicos. Cada vez se ven mas vírgenes bajo palio vestidas escurridas y con poco encaje, siempre una mirada al XIX, antes de que Juan Manuel rodriguez revolucionara el arte de vestir a las virgenes. Era vestidor, entre otras, de la Macarena, un antes y después de la Semana santa.
–¿Un estilo más sencillo, entonces?
–En efecto; pero, a la vez, un poco recargado, sobre todo en cuanto a los collares.
–¿Ropas más simples, pero con mayor cantidad de joyería?
–En cierta manera, sí. Antiguamente, las casas de dinero tenían que poner las joyas a las vírgenes para enseñarlas. Y decir: “Esta virgen lleva esta gargantilla de mi madre, o esta joyería”.
–¿Y es algo que se está recuperando?
–Sí, de un tiempo a esta parte, sobre todo en lugares como Sevilla. Aun así, yo creo que si alguien quiere regalar una joya a la Virgen porque es un honor, no debería buscar la ostentación. La Virgen lo llevará, pero que nadie lo vea.
–¿Se puede vivir de bordar y vestir vírgenes?
–Se puede, y hay gente que vive de ello, sobre todo en Andalucía, donde hay más cofradías. Aquí en Ceuta es más difícil porque es un lugar más pequeño y hay ‘pocas’ cofradías.
–¿Está en contacto con vestidores de otros lugares?
–Sí. Por ejemplo, hace un tiempo conocí por casualidad a Antonio Bejarano. Él vio unas fotos de los pasos, y opinaba cuáles le gustaban y cuáles no, sin saber que algunos de esos eran obra mía. Se dio la casualidad de que los que él consideraba bien hechos eran míos, y un amigo se lo dijo. Solemos intercambiar opiniones.
–¿Hay competencia aquí en Ceuta por ser el que mejor viste a la Virgen?
–No, para nada. Es más, nos damos consejos y nos llevamos muy bien. Es más, me alegré mucho cuando un amigo mío recibió el encargo de vestir a la Virgen de África; sólo me dio una envidia sana. Si necesita mi consejo y opinión, se lo daré.
–¿Es un arte el vestir pasos?
–Sí, la definición de un vestidor es “la persona que termina la obra del imaginero”. Sin las ropas, sin los bordados, una Virgen está inacabada por muy bonita que sea.