Tras el salto masivo del pasado 26 de julio, de la noche a la mañana, el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) vio duplicada su población. De poco más de 500 personas pasaron a más de mil, lo que ha provocado que la convivencia, dos semanas después, se haya vuelto más difícil de lo que ya era.
A esta superpoblación hay que sumarle la paralización que aún se mantiene en las salidas hacia la península, una situación insostenible para muchos que llevan más de nueve meses en el centro esperando poder cruzar el Estrecho. Ven como pasan los días sin saber con certeza cuándo podrán salir, ya que desde el inicio de Ramadán se frenaron las partidas puntuales que trasladaban a estos inmigrantes a la península. En los últimos días sólo un par de familias han podido salir del CETI, con la idea de poder hacer espacio.
Misbao fue uno de los subsaharianos que se reunió el pasado 16 de julio con la Delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, tras una manifestación multitudinaria a causa de esta paralización de las salidas. Desde entonces nada se ha sabido y su situación sigue igual. “Hemos hablado muchas cosas buenas, pero hasta ahora no vemos una cosa que va a convencernos. Hay una nueva entrada y muchas personan han entrado aquí, pero hasta ahora sólo ha habido dos salidas de dos o tres familias”, relata resignado.
Con la llegada de 600 nuevos inmigrantes al centro, la vida de éste ha cambiado considerablemente. Ya no pueden llevar a cabo las actividades que antes realizaban, como jugar al fútbol, porque los espacios se han ocupado para albergar a más inmigrantes.
De igual manera, las aulas donde antes estudiaban español, ahora se han convertido en dormitorios improvisados y los usuarios deben acudir a otras asociaciones y centros de la ciudad para poder continuar con sus estudios. Remiendos a una situación que los residentes del CETI califican como desastrosa. “No podemos jugar al fútbol, no podemos hacer nada como lo hacíamos antes. No sé cómo puedo llamarlo, es un desastre total”.
Además de la falta de actividades, una de las cosas que más les aqueja es la disminución de la comida. Misbao detalla que la cantidad ha disminuido a causa de que los recursos son los mismos, pese a que la ocupación de ha duplicado.
Mientras que los residentes anteriores al salto del 26 de julio han visto alterada su vida dentro del CETI, para otros ha comenzado esa larga espera y la incertidumbre de saber cuando podrán salir del centro en busca de su proyecto de vida. Es el caso de Dialo Abdul Gudusi, uno de los subsaharianos que saltó aquella madrugada. Confiesa estar feliz por haber llegado a Ceuta, pues para él significa haber entrado en la Unión Europea. Sin embargo, reconoce que la vida en Ceuta no es fácil ni tampoco es lo que él estaba buscando, pues su idea es seguir “peleando” hasta llegar a otro destino en Europa donde continuar sus estudios de inglés. No obstante, se conforma con saber que este es un paso más dentro de su nueva vida.
“Estamos contentos porque no fue fácil venir de Marruecos a Ceuta. Fue un gran viaje para nosotros atravesar el desierto, atravesar diferentes autoridades de diferentes naciones, desde Mali hasta Argelia. Es muy largo”, recuerda Dialo.
Al igual que los usuarios más antiguos del CETI, la vida para los nuevos residentes no es fácil en el interior del centro. La convivencia es complicada por el exceso de gente y se producen problemas que se han vuelto habituales, como es el caso de los robos.
Y es que tras esta entrada masiva la situación del CETI ha cambiado abismalmente. Desde entonces ya se ha reparado la valla que aquél día los usuarios zarandearon hasta tirarla y la normalidad vuelve poco a poco, aunque sumidos en el hacinamiento.
“Ahora estamos aquí todas las nacionalidades. Sabemos que todo no pueden ser buenos o malos, pero no podemos decir todo lo que pasa aquí ahora. No tenemos elección, llevamos mucho tiempo y continuamos mucho tiempo aquí”, lamenta Misbao.
Tanto los nuevos usuarios como los anteriores al salto tienen la incertidumbre de cuándo podrán salir de la ciudad, sin tener, hasta el momento, respuesta alguna. Mientras tanto, lo único que les queda es la resignación e intentar mantener esta convivencia en un centro que, a día de hoy, está completamente desbordado.
“Quiero seguir estudiando en Europa, para mí es muy importante el conocimiento”
La historia de Dialo Abdul Gudusi es una de las tantas vidas que se rompieron a causa de la violencia y la pobreza en su país de origen, Guinea Conakry. Confiesa que la idea que tenía de Europa no es al que se ha encontrado en Ceuta, después de una largo camino atravesando el desierto y países desde Mali a Argelia. No niega estar feliz por haber puesto un pie dentro de la Unión Europea, pero su destino no es quedarse en el CETI, sino continuar su viaje hasta otro país de Europa donde poder continuar sus estudios de Lengua Inglesa.
En Guinea Conakry, tras licenciarse, trabajaba como profesor de Inglés en escuelas de primaria, pero su ideal era cursar un máster y posteriormente el doctorado. “Quiero seguir estudiando en Europa, para mí es muy importante el conocimiento”, relata este joven mientras reconoce la incertidumbre que a muchos de ellos les genera el no saber cuándo podrán trasladarse del CETI a la península y continuar con los planes previstos. Por el momento, sólo les queda resignarse y esperar a que se reinicien las salidas.
La "solución" NO está en mandar a ésta gente(agresores, asaltavallas)a la península...'"lo"q hicieron no es ninguna hazaña para encima premiarlos d ésa manera...
Además,si se hace,vendrán más,y luego más..."ésto"no se acabará nunca mientras sea ésa la"mecánica"...y si no hay sitio,pues ellos mismos han ocasionado lo q hay...bueno,ellos,y los q les avisan y asesoran...ésto no puede durar,x el bien d todos...
También se quejarán de que los ciudadanos ya no les damos un euro como antes cuando íbamos a la compra, es que hay que pensar que se hace y no les voy a dar propina a quienes agreden a quien está para protegernos.
Pobres... No pueden jugar al fútbol ni estudiar por que los otros ilegales igual que ellos han ocupado sus instalaciones... IGUAL QUE VOSOTROS HABÉIS OCUPADO NUESTROS POLIDEPORTIVOS y se han cancelado todas las actividades por daros cobijo... Nuestros impuestos se desvían para que comáis... Ohhh que injusto... Os habéis quedado sin campo de fútbol por otros como vosotros que han saltado la valla... Vaya vaya... Si no estáis bien... Ya sabéis donde está la valla de vuelta...
Antes del salvaje asalto masivo ya se quejaban a Mamá Mateos que la comidita del Ceti no les gustaba. Ahora, más de lo mismo, añadiendo que es escasa y, además, las criaturitas no pueden jugar al fútbol.
Se suponía que estaban pasando calamidades en los montes marroquíes ¿ verdad?. Pues me da la sensación que vienen de estar cómodamente en algún sitio. Al menos así lo reflejan sus aspectos físicos : robustitos todos y muy ejercitados..
No son humildes ni están agradecidos. Me da que vienen a lo que vienen. Y explotará antes que tarde. Solo le pido a Dios que cuide mucho a los que cuidan de ellos, es decir, a los trabajadores del centro, porque ahora serán ellos los que se encontrarán en primera línea.