El saldo de los chicos de Wad Marsa que se perdieron en el mar tras salir a dar una vuelta en moto de agua va más allá del miedo que pasaron, del hambre, de las quemaduras y de las penurias que sufrieron. Va más allá de la preocupación de sus familiares. Ahora, en tierra y a salvo, están siendo investigados por las autoridades marroquíes por la posibilidad de que se perdiesen tras haber realizado actividades ilícitas a bordo de su embarcación.
Tanto es así, que Anas Chellaf y Moustafa Makhnes están teniendo que ir a firmar cada día a Tánger, en una suerte de libertad vigilada. Tampoco le han devuelto la moto de agua en la que desaparecieron. Así lo denuncian las familias. Fatima Al Kadi, residente en Ceuta y tía de uno de los protagonistas de esta historia, lo relata a este periódico.
Las familias insisten en que los chicos fueron encontrados en aguas del Mediterráneo por un barco cuya tripulación estaba compuesta por personas de origen ruso. Detallan incluso que el barco atracó en un primer momento en el puerto de Gibraltar a principios de agosto, en su camino a Marruecos, donde finalmente pudieron atracar en el puerto de Alcazarseguer, en las proximidades de Tánger.
Anas y Moustafa, de los que se supo de su paradero el miércoles 1 de agosto tras varios días desaparecidos en el mar, fueron recibidos con gran expectación e ilusión por sus familiares y amigos, en el pueblo de Wad Marsa, a pocos kilómetros de Beliones y Ceuta.
Sospechan de los chicos de haber realizado pases de inmigrantes, o de haberlo intentado. Las familias apuntan a que salieron a dar una vuelta en moto de agua y una fuga de aceite los dejó a la deriva varios días. Aparecieron cerca de la costa española peninsular, en aguas del Mediterráneo, a varios cientos de millas, y no en aguas de Tánger, un criterio que la familia denuncia que no se ajusta a la realidad.
Conforme avanzan los días se sabe más de las penurias que tuvieron que atravesar Anas y Moustafa durante las horas que estuvieron perdidos.
Además de que se debieron turnar para dormir, y se intentaron mantener despiertos el mayor tiempo posible, dos de los momentos de máxima frustración que sufrieron los jóvenes a las pocas horas de perderse fueron los que relatan sus propios familiares.
El primero, cuando escuchaban perfectamente a un helicóptero que había salido en su búsqueda volar encima de ellos. Sin embargo, la niebla impidió que se les viese, detallaron una vez rescatados.
El segundo, cuando el último barco que conecta el Estrecho de Gibraltar pasó cerca de ellos, provocando una de las olas del rastro del buque la caída de los niños de la moto al mar.
Moustafa, de 21 años, llegó a caer rendido. No albergaba más esperanzas y tenía por seguro que iba a morir. Fue su compañero y primo Anas, de 18 años, quien le animó a seguir luchando. Anas se mantuvo en la travesía protegiéndose del sol con el chaleco salvavidas, mientras que Moustafa no lo hizo. Fruto de ello, tiene graves secuelas en el rostro, con una mandíbula marcada por el paso de horas bajo un sol abrasador.
Al menos están vivos y que más de un niñato se tome el MAR y la navegación más en serio, que luego los problemas son para sus familiares