Mar adentro, envuelto por la espesa niebla, se encontraba este miércoles el carguero de bandera rusa Zapolyarye, donde su tripulación permanece atrapada desde hace unos tres meses. Sin apenas víveres, combustible ni agua dulce, sus 20 tripulantes sobreviven a tres o cuatro millas de la costa, mientras ellos siguen soportando las promesas incumplidas del armador del barco.
El aspecto que arrojaba era el de un barco fantasma entre la bruma, levemente mecido por el vaivén de las corrientes de un mar que ayer, por suerte para los aprendices de marino, estaba como un plato. La aparente ausencia de personas en la cubierta y en el puente de mando reforzaba aún más la idea de que se trataba de uno esos barcos que, un buen día, y normalmente por cuestiones económicas, quedaron a la deriva en los océanos. Así fue hasta que un hombre, en un correcto español, daba la bienvenida a los periodistas desde el exterior de la cabina.
El primer oficial del Zapolyarye, Sergey Filimonov, explicó cuál es su situación: “Nuestra compañía no tiene dinero, tiene que pedir al banco. No tenemos agua dulce, bueno, un poco; no tenemos gasoil para los generadores ni tampoco provisiones. Tenemos a bordo 23.000 toneladas de carga –sal– que trasladar de Tarragona a Gran Bretaña, pero no tenemos combustible para llegar”. A medida que avanzaba la conversación con este periódico, otros tripulantes aparecían en las escaleras que conducen a la cubierta y seguían curiosos la entrevista.
La coordinadora de la ITF explica que el abandono es cada vez más insostenible
Un abandono, el de la tripulación de este carguero, cada vez más insostenible y que el equipo de FARO TV ha podido conocer a pie de barco gracias a la solidaridad de los náuticos ceutíes. El inicio de su aislamiento en el mar coincide con el 9 de mayo, el Día de la Victoria, rememoró este portavoz, quien explicó que en Rusia celebran el triunfo de la Unión Soviética y los Aliados sobre la Alemania nazi.
Ahora, estos hombres solo quieren volver a tierra porque entienden que es la única forma de regresar a sus hogares, en Rusia. “Algunos tripulantes querían incluso comprar los billetes de su bolsillo por sí mismos para volar y salir de aquí”, desveló.
Pero, por su carga, el buque tiene demasiado calado para poder atracar en el Puerto de Ceuta. “Quizá podamos hacerlo en otro puerto, como el de Algeciras”, apuntó Filimonov. Aunque en principio eran seis los trabajadores a los que se les había cumplido el contrato y demandaban volver a su país, ahora es la totalidad de la plantilla la que reclama seguir esos mismos pasos ya que la finalización de su relación con la compañía es inminente.
Agradecen a Cruz Roja su ayuda, pero ellos quieren tocar tierra y volver a Rusia
Aunque mantienen contacto con sus familias, cada vez están más desesperados. El poco combustible que queda en los tanques les sirve para los generadores de emergencia. Filimonov tiene teléfono móvil e internet, de modo que pueden contactar con sus esposas. Sin embargo, algo tan elemental como asearse, a estas alturas, es para ellos todo un lujo. “Tú tienes ese estilo de pelo y la barba, pero yo no tengo ni agua potable para afeitarme”, puso como ejemplo el primer oficial.
A pesar de las adversidades, los tripulantes se mantienen estoicos sin perder el humor de los hombres curtidos en la mar. “Tres meses aquí. Vosotros tenéis el monumento a Hércules. Pues nosotros estamos así igual”, dijo mientras adquiría la postura de la escultura local.
La coordinadora de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte en España (ITF), Luz Baz Abella, lamentó que ayer no hubiese avances por parte de ninguna de las puertas a las que ha llamado desde que tuvo conocimiento del bloqueo: el consignatario de Ceuta, la Dirección General de la Marina Mercante, la Autoridad Portuaria de Ceuta o la Embajada de Rusia. En cuanto al armador, Murmansk Shipping Company, Baz censuró que ha vuelto a incumplir sus promesas.
La inspectora, que desempeña las funciones de la ITF en el Estrecho de Gibraltar, ya ha informado al seguro acerca de las circunstancias del carguero y su pasaje. Los armadores están obligados a contar con un seguro para casos de repatriación y abandono después de la modificación del Convenio sobre el Trabajo Marítimo de la OIT que entró en vigor en 2013 así como de las enmiendas de 2014 que están vigentes desde el año pasado.
Baz agradeció ayer que Cruz Roja volviese a llevar comida a bordo del Zapolyarye como ya hizo la entidad humanitaria el pasado fin de semana. La tripulación agradece el gesto aunque, lamenta, solo dura tres días y tampoco solventa su verdadero problema: están atrapados en medio del mar con el deseo de regresar junto a sus familias.