Hace ya algunos años que Marvel divide su temporada en (al menos) un estreno de enjundia en su universo superheróico, que suele llegar a nuestras pantallas en invierno, lo que se considera “temporada alta” para el cine, y otro estreno más ligero en lo que a relevancia dentro del entramado se refiere, fresco y desenfadado que pretende animarnos cada verano. Con esa ausencia de presión que otorga el cartel de “producción menor” han llegado y triunfado películas como Guardianes de la Galaxia (vol. 1 y 2) y también la primera entrega de las aventuras microscópicas de Ant-Man. Y el resultado ha sido mejor aún del esperado. Mayor originalidad y margen de maniobra sobre todo en los diálogos que se salen de lo que ya empieza a ser un denominador demasiado común en el cine de superhéroes cuyas propuestas por abundantes empiezan a resonar como incapaces de sorprendernos.
Ant-Man y la Avispa (manía de destrozar los: bien podrían traducirlo entero o dejarlo en su versión original, pero no mitad y mitad) sigue la estela de su predecesora pero con menos capacidad de sorpresa por utilizar los mismos trucos y algo más floja de historia principal.
Los actos tienen sus consecuencias, y tras alinearse en el bando del Capitán América en Capitán América: Guerra Civil, Scott Lang se mantiene cumpliendo un arresto domiciliario que le ha mantenido, lo hemos visto recientemente, lejos de la última aventura Galácticomasiva de Los Vengadores, aunque se sospeche pieza importante para el fin de fiesta de la segunda parte del Guantelete del Infinito. Así las cosas, el protagonista rompe de nuevo con la justicia cuando no tiene más remedio que volver a enfundarse el traje (conciliando con su faceta de abnegado padre) para echar una mano a Hope van Dyne y al Dr. Hank Pym en algo que puede resultar muy importante para los tres…
Paul Rudd, que para la ocasión ha metido la zarpa en los guiones (mala idea, como ocurre generalmente con los actores productores que se sienten tentados a aportar ideas) vuelve a prestar su buen hacer interpretativo y su enorme capacidad para el humor, y el carisma que desprende hace difícil imaginarse al personaje encarnado por otra persona sin que se convierta en un secundario del montón. También acompañan de nuevo en el reparto a Rudd Michael Douglas (Hank Pym) y Evangeline Lilly (Hope van Dyne), además de unirse la veterana Michelle Pfeiffer al plantel. Ensalada de persecuciones, enemigo patético, un escenario cuántico que parece más bien un acuario y unos efectos tan portentosos como divertidos son los argumentos veraniegos de entretenimiento marvelita para estas jornadas de vacaciones o en puertas de estarlo.