Hace dos años la Fundación de la Guardia Civil presentó en Ceuta la exposición ‘La Guardia Civil frente al terrorismo’. Un homenaje a las víctimas del terrorismo, a todas ellas, sin olvidar a las que no pertenecieron al Cuerpo porque policías, militares y civiles son también nuestras víctimas. En la sentida exposición el general gerente de la Fundación, José Antonio Sánchez Arroyo, puso todo su empeño en no hacer diferencias entre las víctimas. No hay víctimas de primera o de segunda.
La exposición tuvo una fuerte acogida y muchos de los asistentes mencionaban el acierto de no dejar fuera de este reconocimiento a ninguna víctima, porque fueron víctimas por compartir los mismos valores, los mismos compromisos, los mismos principios. El general Sánchez fue capaz de transmitir el mensaje y el mensaje caló, porque dividir a las víctimas por el color de su uniforme, su profesión o sus ideas es escalafonar a los que perdieron la vida por un objetivo común: la democracia y la defensa del Estado de Derecho.
El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco por la banda terrorista ETA conmocionó a todo el país, porque los españoles teníamos en la memoria el feliz desenlace del secuestro de José Antonio Ortega Lara. El país esperaba que los terroristas tuvieran compasión, pero la compasión no es una virtud que posean las alimañas y los violentos. Miguel Ángel Blanco fue ejecutado por unos cobardes despreciables. Nadie pone en duda que Ortega Lara hubiera sido ejecutado de la misma manera, porque era el destino que los terroristas habían escrito para él.
Un año más se ha homenajeado a Miguel Ángel Blanco en distintos ayuntamientos del país para recordar a una persona que pagó con su vida su compromiso con la libertad, con la democracia con los ciudadanos. No existen excusas para no honrar a una persona con las cualidades y el compromiso de Miguel Ángel; tampoco para olvidar a otras víctimas que dieron su vida por defender los mismos valores que Miguel Ángel.
Puedo entender que en su ciudad o comunidad se haga un homenaje especial a una víctima tan cercana y próxima a los ciudadanos de la zona, pero hacer celebraciones especiales fuera de su comunidad olvidando a otras víctimas no me parece apropiado sobre todo cuando en ese pueblo o ciudad hay otras víctimas y sus familias esperan el mismo reconocimiento.
El día 6 de abril de 1980, los asesinos de ETA acabaron con la vida de un joven guardia civil de veinticuatro años de edad, Francisco Pascual Andréu. El día 23 de noviembre de 1984, ETA teñía de dolor nuestra tierra, asesinando al policía nacional de 33 años de edad, Mohamed Ahmed Abderrahman, cuando fue sorprendido por el impacto de una granada en un servicio de protección a camioneros franceses en la autopista de Bilbao-Behovia. Dos caballas nacidos y criados en nuestra ciudad. No recuerdo que en Ceuta se realice ningún homenaje en los aniversarios de los asesinatos de Francisco y Mohamed, dos caballas que murieron a manos de estas alimañas. Dos víctimas anónimas que nadie las recuerda por su nombre en el país; sin embargo, en su tierra, residen sus familias, pasean sus hijos, están sus amigos y conocidos.
Homenajear a las víctimas no es otra cosa que recordarlas, arropar a las familias y hacerles ver que la sociedad no las olvida, que agradece su esfuerzo, que dieron la vida por una causa que merecía la pena y, por supuesto, recordarle a los violentos que el Estado de Derecho siempre vence al terror, que nunca conseguirán sus objetivos, que la violencia no conduce a nada. Sin embargo, recordar a una víctima especialmente es olvidar a otras que lucharon por defender los mismos valores y dieron lo mejor que tenían, lo único que no tiene repuesto, su vida.
Recordar que un día y diez años antes del asesinato de Miguel Ángel Blanco fueron asesinados por la banda terrorista ETA en la Plaza de la República Dominicana de Madrid los guardias civiles CARMELO BELLA ÁLAMO, JOSÉ CALVO GUTIÉRREZ, MIGUEL ÁNGEL CORNEJO ROS, JESÚS MARÍA FREIXES MONTES, JESÚS JIMÉNEZ JIMENO, ANDRÉS JOSÉ FERNÁNDEZ PERTIERRA, JOSÉ JOAQUÍN GARCÍA RUIZ, SANTIAGO IGLESIAS GODINO, ANTONIO LANCHARRO REYES, JAVIER ESTEBAN PLAZA, MIGUEL ÁNGEL DE LA HIGUERA LÓPEZ y JUAN IGNACIO CALVO GUERRERO. Doce guardias civiles jóvenes que trataban de especializarse en la Escuela de Tráfico de la Guardia Civil. Doce guardias civiles que no tuvieron un recuerdo específico ese día o, por lo menos, no he encontrado ninguna mención a nuestros compañeros asesinados.
Vuelvo a insistir en que no existen excusas para no recordar en Ceuta a Miguel Ángel Blanco, veintiún años después de ser asesinado por ETA, pero tampoco para que sean recordados y homenajeados en su tierra especialmente el guardia civil Francisco Pascual Andréu y el policía nacional, Mohamed Ahmed Abderrahman. Particularizar homenajes es olvidar a otras víctimas.
Esa es mi opinión, ni mejor, ni peor, pero la mía, igual de válida. Cosas de la democracia.