Bajo un fuerte dispositivo policial se celebraba ayer el juicio por un delito de robo contra N.A., tras la suspensión de la vista oral del pasado 14 de marzo, hasta constatar la existencia de antecedentes penales del acusado, lo que implicaría incrementar de dos a tres los años de pena privativa de libertad pedidos por el Ministerio Fiscal. En ese momento, N.A. mostró una actitud muy violenta y amenazante contra los presentes (incluidas la jueza y la fiscal), llegando incluso a lanzar gritos de enaltecimiento del terrorismo.
Ayer, y conducido por siete agentes de la Policía Nacional para evitar escenas como la producida en marzo, se celebró el juicio por unos hechos que tuvieron lugar entre las 22.20 horas del 23 de noviembre de 2011 y las 8.15 del 24 en el centro de Educación Especial FEAPS, situado en Juan Carlos I.
Según el escrito de acusación, el acusado se sirvió de una sábana para alcanzar la segunda planta del edificio, extrayendo cinco ordenadores, una pantalla plana, dos impresoras láser y otra de inyección, así como una cámara de fotos y otra de vídeo, efectos pericialmente tasados en 2.966 euros.
El acusado negó ser el autor de los hechos, asegurando que, si bien vive en la barriada, nunca había entrado en el edificio. Reconoció haber cometido hurtos años atrás, pero insistió en su inocencia respecto al suceso por el que se le sentó en el banquillo.
Dos de los responsables del centro comparecieron en calidad de testigos para describir cómo habían encontrado el centro a la mañana siguiente: con ventanas rotas y numerosos desperfectos en el interior.
El tercero de los testigos, uno de los policías nacionales que realizaron la inspección ocular, aludió a la presencia de algunos ordenadores rotos en el patio, uno de los cuales presentaba restos de sangre.
Las conclusiones del Ministerio Público se centraron en asegurar que el ADN de la sangre localizada coincidía con el acusado, lo que únicamente podría responder, según la Fiscalía, a su presencia en el lugar de los hechos en el momento del robo, ya que el propio acusado reconoció que nunca había entrado en centro