Hace unas semanas voluntarios de la Protectora trasladaban a decenas de gatos y perros a Francia
Se conseguía no solo buscar una posible adopción para todos ellos, sino también desmasificar las instalaciones. Pero el abandono animal persiste.
Nunca acaba. Y siguen publicitándose esos eslabones rotos, esas historias de animales abandonados, gatos encontrados en cajas de cartón o dentro de bolsas de plástico, crías dejadas en las colonias, camadas de perros, tusos en el monte que terminan asilvestrados.
Es un goteo constante que no cesa. Es el reflejo de una quiebra social. Cuando una sociedad es incapaz de cuidar a sus animales, cuando los maltrató físicamente o lo hace en forma de abandono es que algo no funciona bien.
"De allí salen historias con el indeseado mal final pero también buenos comienzos de otras"
En la Protectora se hacen milagros a diario. Sus voluntarios constituyen valores clave para sacar adelante el trabajo sin recursos suficientes. Pelean por buscar una segunda oportunidad a las mascotas que no tuvieron una primera.
Se vive al extremo, se atienden casos casi sin medios. De allí salen historias con el indeseado mal final pero también buenos comienzos de otras.
Tenemos muchas asignaturas pendientes en este campo. Muchas cosas que mejorar. Demasiado que avanzar y reconocer. Quizá habría que replantearse otro tipo de orientación para evitar esta situación, para que no se queden muchos casos sin castigo. Para que por una vez aquel acuerdo plenario contra el maltrato animal sea algo más que una pose.