Los artesanos Diego Fernández, Rosa María Sánchez y Alejandro Sánchez capitanean la empresa Decografía, la cual se ha encargado este año del decorado, el atrezo y el disfraz que envolvieron el pregón del sábado pasado en el Teatro Auditorio del Revellín
Los decorados y la utilería son fundamentales para espectáculos como el Carnaval, puesto que generan la atmósfera en la que se va a desarrollar una manifestación muy próxima a las artes escénicas. Víctor Fernández, el pregonero de esta edición de Carnaval, recurrió a los servicios de Decografía para materializar la idea que revoloteaba su cabeza. La propuesta que cuajó fue la segunda y, a partir de ahí, comenzaron a construir el concepto que tanto sorprendió al público: un altar en honor a los difuntos propio del Día de los Muertos en México.
Un programa 3D permitió al artesano anticiparse a cuál sería el resultado sin distorsiones. Una ventaja con la que perfeccionar los elementos que componen el frontal e ir introduciendo alegorías locales que le dotaron de la impronta caballa: el ceitil, los dragones e, incluso, al principio incluía las columnas de Hércules.
El peso de la iluminación también fue crucial para crear el universo que iba a relatar el pregonero. La luz negra resaltó el perfil del altar, el maquillaje que lucía Víctor Fernández y todo aquello que tuviese luminiscencia. “Cada vez que el Auditorio se quedaba a oscuras, sacaba la fluorescencia”, señaló el artista.
Como están acostumbrados al teatro, tienen que estar preparados para realizar los cambios de escenarios de forma rápida. “En nueve días hemos fabricado todo lo que se vio en el pregón, a excepción de los ramos de flores”, explicó Diego Fernández. En el montaje, usaron materiales procedentes de México, como fue el caso del papel picado justo debajo de cada altar. El patrón del disfraz del pregonero también se solicitó a una empresa de allí porque Decografía quería que fuese un traje de charro original. Incluso el sombrero fue creado para la ocasión. Y, en el caso de las catrinas –calaveras decoradas–, éstas eran en realidad dos máscaras blancas que pintaron ellos mismos.
Carnavalero desde que tenía 13 años, a este linense afincado en Ceuta la carroza del Centro Asesor de la Mujer le acercó al Carnaval desde una vertiente profesional. Fernández suele trabajar con compañías teatrales y de danza en la elaboración de estos elementos y sobre la puesta en escena, pero, ese “ramalazo gaditano”, hizo que comenzase a trabajar con varias agrupaciones locales. Sin ir más lejos, este año Fernández ha elaborado todos los complementos para la chirigota ‘Los pasotas de copas’ –gorros, cinturones, zapatos, copas...–, mientras que Rosa María Sánchez se ha dedicado a la parte textil.