Hace unos meses acudí por motivos familiares a la charla que ofrecía un orientador escolar a las madres y algún que otro padre de los personajillos que estaban en la etapa final de eso de la ESO. Hizo el orientador una interesante exposición sobre los cauces educativos que podían tomar actualmente nuestros hijos. El Bachillerato en sus diferentes modalidades dependiendo de los estudios universitarios a que pretendan acceder. Una concisa información sobre los actuales Grados Universitarios y de cómo irán apareciendo nuevos en materias tecnológicas, debido a la intensa proliferación de éstas. La potenciación de la Formación Profesional. Su gran demanda actual. La posibilidad de hacer unos estudios en los que se combina el estudio de las materias con prácticas empresariales y el ser otra posible vía de acceso a la universidad. También hizo un inciso sobre los Ciclos de Formación Profesional Básica.
Al llegar al tema de las pruebas de acceso a la universidad -la PAU, anteriormente conocida como Selectividad- se notó que lo de la reválida y la Lomce le tocaba especialmente la zona escrotal. Quedó de manifiesto la desorientación que puede producir a un profesional esta situación. Terminó su exposición contestando a las preguntas de madres y padres, con la suerte de que andamos por el sur y nadie le espetó en modo desconexión: ¡En català, sisplau!
Me imagino la enorme preocupación que le habrá causado por lo que se ha liado al respecto -sin añadir lo de las asignaturas trocales, la educación segregada por sexos, meter la sacristía en el currículo, saber por dónde se están pasando eso de poder estudiar en castellano, lo contento que andan los centros concertados...- a monsieur Wert. Me lo imagino allí sentado a la orilla del Sena leyendo las noticias de España con total desasosiego.
Pero por aquí seguimos y como en las sevillanas: ¡Vamos a por la tercera! Con un presidente en funciones asistiendo a las aparentes defunciones políticas obligadas del monipodio. El del “No es No” que parece que más que de la gobernabilidad de un país el asunto se tratara de uno de pareja, con eso de: “Cuando te dije que no es porque teníamos que hablar, no seas tonta chiquilla”. Ahora que tendría más que nunca poder para cambiar, no sólo la Lomce -llegando a una ley educativa consensuada-, sino otras tantas. Pero claro el quedarse tuerto mientras un país se queda ciego da su morbo y así siempre evitará que le digan que se ha vendido a la derecha. Un Albert Rivera mejor valorado que nunca, aunque a su partido le falta algún que otro hervor. Y por supuesto Podemos, sus franquicias, sus corrientes y mareas... Ellos a lo suyo “cuanto peor, mejor”. Intentando el sorpaso definitivo. Unido todo al desafío independentista a un Estado en funciones -ahora pendientes de elecciones Gallegas y Vascas- y la mancha de trincones... de esto último, la crónica de Tribunales se promete bien repleta de sentencias. Algunas de ellas que como poco producirán algo más que un leve prurito social.
Pues volviendo a la educación -no pretendo tener la osadía de convertirme en un francotirador con hipo-, si no tienen claro lo de la Lomce, lo de la formación de sus hijos y demás historias pues los meten en un cole de 1.500 pavos mensuales o los mandan a una uni privada y les compran un título. Al resto siempre les quedará Tele 5. Les enchufan en vena Gran Hermano, unas sesiones de Sálvame -versión normal o de luxe- y algunos otros programas -que para fabricar esas cosas no hay que pasar por ningún control de calidad, eso serían cosas de fachas- Con eso, unas sesiones de redes sociales donde se pueda desfogar y un buen psicólogo para sentirnos que lo estamos haciendo de puta madre... pues ya tenemos una generación bien preparada.