“Ahora tratan de adoctrinarnos para que asumamos que tendremos serias dificultades para vivir dignamente con las pensiones que nos quedarán en el futuro”
Tener trabajo era sinónimo de vivir dignamente y de asegurarnos la subsistencia cuando llegábamos al retiro. Una conquista social que fue avanzando y madurando hasta llegar al sistema actual. Una protección social que parecía imposible revertir hasta que la crisis golpeó duramente a la sociedad española. La crisis nos ha hecho aceptar que un trabajador pueda estar en riesgo de pobreza o sea incapaz de independizarse por los bajos salarios y la carestía de vida. Hemos aceptado como normal algo impensable hace unas décadas y esta aceptación no es buena para las sociedades que tratan de progresar para hacerse fuertes y competitivas, porque renunciar a las conquistas sociales nos puede llevar al abismo.
Ahora tratan de adoctrinarnos para que asumamos que tendremos serias dificultades para vivir dignamente con las pensiones que nos quedarán en el futuro, incluso ponen en duda el actual sistema de pensiones. La banca y los poderes fácticos se frotan las manos cuando contemplan que el adoctrinamiento funciona con la complicidad de los medios de comunicación que promocionan estos negocios con mensajes catastróficos sobre nuestro futuro. Existe un interés generalizado para que aceptemos el mensaje sin levantar la voz para convertirnos en cómplices silenciosos.
Los españoles no necesitamos que nos informen de las dificultades que sufren nuestros mayores, porque millones de pensionistas y viudas no superan los 800 euros mensuales, incluso mucho menos. Pensionistas que, en algunos casos, sostienen a hijos y nietos por la crisis económica y el desempleo. Sabemos que con una pensión se llega muy mal o no se llega a final de mes. No necesitamos clases particulares sobre cómo subsistir con una pensión. En definitiva, el mensaje para los futuros pensionistas es claro: sin un aporte adicional será difícil subsistir, sobrevivir dignamente.
Lo que llama poderosamente la atención es la cara dura de los que sin ruborizarse tratan de adiestrarnos y nos dicen: “Que sin plan de pensiones lo pasaremos muy mal en el futuro”. Hay que tener cara y poca vergüenza, porque uno se pregunta: “¿Qué plan de pensiones puede hacerse un trabajador que no llega a los 1.000 euros al mes?”. La respuesta no deja lugar a dudas. Es cómo decirnos: “Usted trabajará toda su vida, pero tendrá que malvivir cuando se jubile” aunque no notará la diferencia, porque lo hemos entrenado durante su larga vida de trabajador.
Un adoctrinamiento que se hace más intenso y visible cuando llegan las pagas extraordinarias. Este mes, como en años anteriores, hemos sufrido cómo asustan a los abuelos con el mensaje: “La caja de las pensiones se agota”, mientras los medios de comunicación nos presentan a economistas que nos adiestran sobre la necesidad de hacernos un plan de pensiones para no pasarlas putas -perdonen la expresión- en nuestra vejez. No he tenido la suerte de poder interactuar con ninguno para preguntarles: “¿Cómo puede hacerse un plan de pensiones un mil eurista sin pasarlo muy mal en el presente?”.
Las empresas que venden este producto dicen que el Gobierno tendrá que pedir un préstamo de 16.000 millones para pagar las pensiones de 2018. Una cantidad ridícula si consideramos que la corrupción nos cuesta 90.000 millones de euros anuales. Un dato que evidencia que la corrupción, el fraude de las empresas y las élites sociales pueden llevar a la extrema pobreza a los trabajadores de hoy, a los pensionistas de unas décadas.
Por tanto, no es muy descabellado pensar que nuestras futuras pensiones se pasean en los bolsillos de señores tan elegantes como Bárcenas, los Gürtel, los Malayos y sin fin de golfos que saquean las arcas públicas. Gentuza que puede provocar la quiebra del Estado del Bienestar.
Razón de más para pensar que podrán intentar adoctrinarnos, asustarnos, para que compremos productos de alta rentabilidad. Pero la mejor inversión, el mejor plan de pensiones es el funcionamiento de la justicia, el trabajo de los jueces y Fuerzas de Seguridad del Estado cuando sientan en el banquillo a los corruptos que pasean en sus elegantes bolsillos nuestras pensiones.
Esa es nuestra mejor inversión.