En los años sesenta, la Universidad de Granada era el centro cultural de una amplia zona a la que se denominaba distrito universitario y, al igual que otros centros similares del resto de España, recibía alumnos de varias provincias limítrofes e incluso, por su categoría, de otras regiones y hasta del extranjero.
Después vino la apertura de nuevas universidades casi provinciales, para dar facilidades de estudio a todos y también Granada fue replegándose a su propia área de influencia.
Pero las ochenta personas que se reunieron en la ciudad andaluza en este abril de 2016, empezaron a estudiar Derecho en los años sesenta y, por tanto, habían comenzado su andadura en el período de mayor esplendor de Granada. Celebraban ahora las Bodas de Oro de la promoción, reuniéndose cincuenta años después de haber terminado sus estudios jurídicos, cuando ya acumularon experiencias, pasando de alumnos a maestros y después de haber triunfado en el complicado mundo de la abogacía. Unos en el ejercicio de la profesión en sus varias facetas, otros sirviendo en la Administración o la enseñanza, pero todos unidos en una fecha tan señalada.
Mi asistencia fue de libre oyente, como se diría en ambientes universitarios de aquella época porque no pertenecía a esa promoción, pero el hecho de tener íntima amistad con varios de los integrantes de la misma, me animó a acompañarles en tan entrañable celebración.
Volver a Granada siempre es agradable. Quizás durante los años de estudio no valoramos suficientemente el encanto de la ciudad andaluza. La Alhambra, el Generalife, la Catedral o el Carmen de los Mártires, eran sitios habituales con los que se contaba de oficio. Pero al regresar después de tanto tiempo, muchos se quedaron admirados de los paisajes y los monumentos bien iluminados.
Un paseo por las calles ya muy cambiadas y llenas de turistas, sirvió para rememorar Casa Páiz, El Rescoldo, Aliatar, el Nevada Palace, las Bodegas Muñoz, la piscina Neptuno, los Windys o El forzudo y tantos nombres o sitios donde se reunían los estudiantes de entonces. Hasta algunos también recordaron El Rey Chico en voz baja.
Después, ya de noche, fue el momento culminante en la Peña La Platería, un mágico espacio sabiamente elegido del Albaizín, donde los reencuentros de compañeros, los abrazos y las anécdotas se sucedían sin descanso. Las tarjetas colgantes con los nombres de cada uno fueron innecesarias ya que todos identificaron a todos, tan solo algunas canas o unos kilos de más. Y como asistían también cónyuges, las emociones se multiplicaron porque estos vivieron, en muchos casos, las aventuras y desventuras de sus esposos, esposas o parejas. El buffet de bienvenida se sirvió con la Alhambra espléndida al fondo, erguida sobre el Darro. Allí, bebiendo excelentes vinos y con todo tipo de platos con especialidades de la zona, continuaron las historias de antaño y los emocionantes recuerdos.
Para hacer honor al sitio donde se desarrollaba el acto y al mismo barrio del Albaicin, los abogados y sus acompañantes pasaron a un salón donde les esperaba otra sorpresa. Allí en un escenario que era más bien un tablao, intervinieron artistas granadinos de renombre como el Turry al cante, Rubén Campos a la guitarra y Vero la india, una excepcional bailaora, provocando todos ellos la admiración y el aplauso del respetable.
Por mi parte, me reencontré con José Antonio Cortés y Mari Bel, Luís Jardí con Ana, Enrique Martínez Robles y Amalia, Antonio Sánchez-Pece echando de menos a María Angustias y hasta Jerónimo Páez que hizo acto de presencia cuando todos se preguntaban dónde estaba. Antiguos amigos cuya relación no se pierde nunca, aunque se empeñe en separarlos el tiempo y la distancia.
De la iglesia a la Facultad y al Hotel Nazaríes
La mañana del día siguiente la emplearon los integrantes de la promoción en asistir a una misa en la iglesia Santos Justo y Pastor como recuerdo de los compañeros fallecidos para, posteriormente, reintegrarse a la Facultad de Derecho de la vieja Plaza de la Universidad y oír una charla del Dr. Olmedo Cardenete, Decano de la Facultad, en la que resaltó los cambios habidos en los estudios desde los años 60 a la actualidad. Por parte de los alumnos intervino Miguel de Angulo que ofició de moderador, dio la bienvenida a todos los asistentes e hizo un recuerdo a los ausentes, por distintos motivos, dando paso a los siguientes oradores. Le sucedieron en el uso de la palabra, Amalia Montes muy acertada, José Torné que se confesó el empollón del curso; Antonio Crespo tuvo una intervención entrañable llena de anécdotas y recuerdos para compañeros y profesores. Y el acto acabó con un improvisado coro que interpretó cuatro estrofas del Gaudeamus igitur.
Como no recordar a los catedráticos que citaré aparte y profesores como Antonio Hierro. O José Cazorla o Manuel Ramírez, ambos fallecidos recientemente y de aquellos tiempos en que se expulsaba simplemente al que no iba a clase correctamente vestido y con corbata.
El último acto programado era un almuerzo en el salón de embajadores del Hotel Nazaríes, elegido como base de operaciones. Este hotel me llamó la atención por su estratégica situación justo al salir de la autovía y muy cerca del centro, sus amplias habitaciones o suites y las estupendas instalaciones, junto al garaje amplio y cómodo todo a precios razonables, pero sobre todo por la simpatía de sus empleados de plantilla o becarios, dirigidos por una competente jefa de recepción.
Durante el citado almuerzo que por cierto resultó espléndido, algunos de los integrantes de la promoción tomaron la palabra y se agradeció muy especialmente la labor de los organizadores de los actos, ya que transcurrieron según lo proyectado y con una calidad y costo difícil de igualar. Quedó constancia de dicho agradecimiento general a Miguel de Angulo, Antonio Crespo, Amalia Montes Francisco Navarrete y José Manuel Villalobos que además elaboró un completo catálogo de sitios de interés a visitar.
Como todo, la celebración de las Bodas de Oro tuvo que terminar, ya que algunos se fueron retirando o marchando de viaje, aunque la mayoría continuaron juntos hasta muy entrada la noche. Y la relación con nombres, teléfonos y correos de aquellos anteriores alumnos de primero de Derecho a los que entonces se llamaba cariñosamente borregos, quedó en poder de todos para continuar las relaciones de amistad.
En resumen, una celebración emocionante.
Los catedráticos de la promoción
Dr. Campos
Derecho Canónico
Dr. Puy Muñoz
Filosofia del derecho
Dr. Sáiz Cantero
Derecho Penal
Dr. Murillo Ferrol
Derecho Político
Dr. de Asís Garrote
Derecho Natural
Dr. Gibert y Sánchez de la Vega
Historia del Derecho
Dr. García-Valdecasas
Derecho Civil
Dr. Mesa Moles
Decano; Derecho Administrativo y Derecho del Trabajo
Dr. de la Higuera Rojas
Derecho Romano
Dr. Stampa Braum
Derecho Penal
Dr. Motos Guirao
Derecho Mercantil
Dr. Morón Palomino
Derecho Procesal
Dr. Carrillo Sánchez Albornoz
Derecho Internacional
Dr. López Calera
Filosofía del Derecho
Dr. Peregrín Puga
Economía y Hacienda