Ya he dicho otras veces que a los separatistas catalanes les pesa como una losa encima su incurable complejo de inferioridad porque Cataluña nunca fuera Estado y se quedara en un mero Condado dependiente del Reino de Aragón. Que eso lo diga alguien tan insignificante como yo, no tiene ninguna importancia.
Pero sí la tiene, y mucha, que fuera el gran filósofo y pensador, Ortega y Gasset, que tanto conoció a España, el que aseveró: “Cataluña es un pueblo frustrado en su principal destino, de donde resulta la impaciencia en que se ha encontrado respecto de toda soberanía, de la cual ha solido depender. Su discordia, su descontento, su inquietud, vendrían a hacer del pueblo catalán un personaje peregrinado por las rutas de la historia en busca de un Canaán que él solo se ha prometido a sí mismo y que nunca lo ha de encontrar”. Y Cervantes, también nos dice en El Quijote: “La historia es madre de la verdad, testimonio del pasado, que nos avisa del presente y nos advierte sobre el porvenir”. Pues, valiéndome de esta frase cervantina, “aviso” y “advierto” de la gravísima situación ante la que Mas pone a Cataluña, a la luz de lo que su historia separatista nos enseña.
El problema independentista siempre resurgió con fuerza en Cataluña cada vez que España estuvo debilitada. Y ahora los secesionistas lo han retomado ante la crisis económica, moral y de gravísima corrupción a que algunos políticos nos han llevado y que tanto ha debilitado la Nación. Han vuelto a ver el momento propicio para atacar España a modo de golpe de estado institucional. Y como el Estado y los políticos que juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución han venido mirando con indiferencia irresoluta el nuevo reto separatista, pues la situación ha ido de mal en peor y así continuará hasta que se desborde. Pero – no se olvide – Mas juró cumplir y hacer cumplir la Constitución en su condición de máximo representante del Estado en Cataluña. ¿Puede luego salirle eso gratis a quien traicionó su juramento y a España, y ahora ni acata la Ley de leyes, ni la cumple, ni la hace cumplir, con continuos desacatos al Estado, a los Tribunales de Justicia, a la bandera, al himno nacional y mofándose todos los días del Estado y de todo lo que es español.
En Cataluña a diario se ataca a España, se reta, desafía, provoca y se echa un pulso al Estado a costa del propio Estado. Uno de los múltiples ejemplos se tiene en aquella criatura electoral abortiva que dio a luz Mas el pasado “9-N”con urnas ilegales prohibidas por el Constitucional y desobedeciendo abiertamente a todas las instituciones. Aquel esperpento electoral que confirmó, una vez más, la mini talla de Mas haciendo el ridículo ante el mundo, fue pagado con el dinero de todos los españoles que él luego utilizó contra el Estado. Editaron 10.000 ejemplares que enviaron a todo el mundo para difundir su gran mentira que con tanto desparpajo y cinismo llama “agravios y agresiones de España a Cataluña”, o “España nos roba”, o “Cataluña es expoliada por España”; cuando los separatistas viven del victimismo y del conflicto permanente para que les den más, disfrazados con lenguaje de apariencia democrática, como “España nos oprime”, “se nos niega votar”, “tenemos derecho a decidir”, etc. Y ahora reinventa otro ataque a Cataluña para hacer creer que actúa en “legítima defensa”, que ni siquiera sabe lo que eso significa, cuando es él quien siempre ataca a España, la agrede, denigra, vitupera, mancilla, agravia y la culpa de todos los males a los que él mismo ha llevado a Cataluña con su ineptitud e inoperancia, para que España le pague por su propia agresión. Y llegará el “27-S”, celebrará elecciones plebiscitarias disfrazadas de ropaje legal, y después, con mayoría ilegal o sin ella (le da igual), declarará la independencia, si antes no se le sale al paso de una vez por todas.
Quien es de pensamiento único, lo sigue siendo ya siempre. Le acaban de dar en los Presupuestos de 2016 hasta 1.862 millones adicionales, más el 12,12 % de todas las inversiones para las 17 Autonomías, y España ha salvado a Cataluña de la quiebra. Y sigue empecinado en irse de España y que España le pague la separación. Eso sólo se permite en España. A quien se da lo que no se merece, encima, se crece.
Pero vayamos a la historia separatista de Cataluña. La primera declaración de independencia de Cataluña tuvo lugar cuando España se hallaba en la Guerra de los Treinta Años con Francia, atravesaba una grave crisis económica, una epidemia de peste y el empobrecimiento nacional. Cataluña se negó a aportar hombres y dinero para ayudar a Felipe IV en dicha guerra, en la llamada “Unión de Armas”, para la que se exigía a todas las regiones su contribución en hombres y dinero. Las demás regiones todas cooperaron con 40.000 hombres y dinero, pero Cataluña se negó, no quiso ni alojar ni dar manutención a las tropas castellanas, sembrando el odio contra las mismas y contra los españoles. Los campesinos de Gerona se rebelaron, uniéndoseles después los segadores, que por eso se llamó la “guerra dels segadors”. El 17-01-1641, el Presidente de la Generalidad, Pau Claris, declaró la República Catalana y formó una alianza con los franceses, pidiéndoles ayuda militar y nombrando Conde de Barcelona al rey francés Luis XIII. Las tropas francesas que acudieron a apoyar a los rebeldes catalanes actuaron a modo de fuerzas de ocupación y de saqueo de Cataluña. Pronto surgió el descontento general de los sublevados contra ellas. Las hostilidades franco-catalanas contra España duraron hasta 1652 en que se firmó el Tratado de los Pirineos entre España y Francia. Nuestro país perdió mucho; pero más todavía perdió Cataluña, porque Francia puso bajo su soberanía el Roselló y los demás territorios catalanes transpirenaicos; los catalanes se empobrecieron, porque tuvieron que pagar a Francia el coste de la ayuda francesa a sus tropas.
La segunda declaración de independencia tuvo lugar el 5-03-1873. Estanislao Figueres proclamó el «Estat Català» un mes después de nacer la Primera República. El periódico “La Correspondencia de España”, decía: «Unos 16.000 voluntarios han declarado independiente el Estado catalán y preso a las autoridades». La declaración de independencia sólo duró dos días. Se produjo en una época muy inestable para España. En los 22 meses que duró la República el Gobierno pasó por cuatro Presidentes, la tercera Guerra Carlista, sublevaciones separatistas, indisciplina militar, conspiraciones monárquicas, etc. La prensa de la época destacó la gran desorganización catalana. La “Revista Política” publicaba: «Ahora falta que se formen, del mismo modo, estados semi-independientes o independientes por donde quiera. Luego surgirán las rivalidades entre ciudad y ciudad por la capitalidad de cada Estado, entre provincia y provincia por ser independientes unas de otras y por no formar un Estado mismo, y hasta entre villa y villa y aldea y aldea». El tercer intento fue el 14-04-1931, por el Presidente de Ezquerra Republicana, Francesc Maciá, también tan sólo unas horas después de que el Presidente de la Generalidad, Luis Companys, proclamara la II República Española. Maciá declaró que, en nombre del pueblo de Cataluña, se hacía cargo del Gobierno catalán y que en aquella casa resistiría para defender las libertades de su patria, sin que se le pudiera sacar de ella como no fuera muerto. El Gobierno de la República envió el 17 de abril en avión a Barcelona a los ministros Fernando de los Ríos, Marcelino Domingo y Nicolau d'Olwer que, tras tensas conversaciones con Maciá, éste fue obligado a aceptar un Estatuto de Autonomía para Cataluña, permaneciendo sólo como Presidente de la Generalidad. La primera acción tras la declaración de independencia, fue la de una turbulenta multitud que derribó la estatua de Isabel II de su pedestal y la arrastró hasta el Convento de las Arrepentidas, encaramándose en la estatua de las Cibeles haciendo empuñar a la diosa una bandera republicana. La cuarta proclamación se produjo en octubre de 1934, tras una huelga revolucionaria. El presidente de la Generalitat, Lluis Companys, proclamó el Estado catalán. Tras acusar al gobierno español de «monarquizante» y «fascista», rompió relaciones con España, izó la bandera catalana, llamó a todos “al cumplimiento del deber y a la obediencia absoluta al Gobierno de la Generalitat, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas», dijo. El Consejero de Gobernación José Dencás "organizó el ejército catalán a fin de impedir el paso de tropas españolas hacia Cataluña y, dentro de Barcelona, se preparó la resistencia armada”. Reclutó 8.000 voluntarios, mitad para la frontera y mitad para la capital. Envió a Bélgica un diputado para comprar armas, cañones, ametralladoras y fusiles. "Patriotas - escribía ´Nosaltres Sol´ - preparaos para la hora inevitable de la guerra contra España. Se impone la lucha sangrienta. La Nació Catalana llama a las armas: ¡por la República Catalana!”. Companys ordenó al General catalán Domingo Batet Mestres que acatara sus órdenes; pero éste informó al Presidente de la República Española, Alejandro Lerroux, quien le ordenó proclamar el “estado de guerra”. El jefe de los Mossos d’Esquadra, Enrique Pérez Farrás, comunicó al General Batet que sólo cumpliría las órdenes del President de Catalunya. Barcelona se convirtió en un campo de batalla, con barricadas, la Generalitat defendida por los Mossos.
El ABC, bajo el título de «¡Viva España!», publicaba: «Los catalanes que representa la Esquerra quieren constituir el ´Estat Catalá… Iban todos armados. Algunos llevaban una soberbia pistola automática. La respuesta del Presidente Lerroux no se hizo esperar, declarando el estado de guerra. Mientras, Companys llamaba a los suyos para que vengan a Barcelona y defiendan la Generalitat del posible ataque del Ejército español, las calles de Barcelona se llenaron de militantes de Esquerra…Algunos llevaban una carabina Winchester, una pistola automática, a veces ametralladora. Barcelona se convirtió en el escenario de la batalla entre el Ejército contra los Mossos de Esquadra y cientos de sublevados”. El general Batet atacó y redujo a los rebeldes. El 7-10-1934, Companys comunicó a Batet su rendición. Fue detenido con sus Consejeros de Gobierno, el alcalde de Barcelona y varios Concejales de Ezquerra Republicana. Murieron 38 civiles y 8 militares. El presidente y el gobierno de la Generalitat fueron juzgados por el Tribunal de Garantías Constitucionales, condenados por "rebelión militar" a 30 años de prisión, y la autonomía catalana fue suspendida por ley. En 1939, Companys fue detenido en Francia, extraditado a España, condenado a muerte y fusilado en Montjuic. Pues que cada uno, con su leal saber y entender, aprenda las lecciones que la misma Historia del separatismo catalán nos enseña.