Durante los últimos meses hemos tenido una larga serie de desastres en la Naturaleza que ocasionaron muchas pérdidas de vidas humanas, muchísimas personas heridas y cuantiosos daños materiales que afectaban, especialmente, a la habitabilidad de las poblaciones. Era desolación y temor del ser humano, de todas las edades, ante el futuro inmediato y también ante el porvenir. ¿Qué sentíamos en nuestras almas los que no padecimos, directamente, esos desastres?. El Amor llevó nuestras almas hacia aquellas personas.
Ese sentimiento especial hacia quienes sufren, aunque no se les conozca, tiene una calidad especialísima, aunque sólo haya sido un pensamiento fugaz, de momento, que volverá a nuestras almas muchas veces porque lo que ocurre a lo largo y ancho del mundo forma parte de nuestras vidas. Los adelantos en las medios de difusión de noticias nos llevan a los lugares de las tragedias, a los lugares donde otras personas sufren. Ya no se viven, exclusivamente, los dolores de la gente que vive en las casas de nuestra acera de la calle. Quizás sean escasos nuestros medios materiales para poder ayudar a esos necesitados, pero nuestro corazón se ensancha para acoger, con dolor, a quienes tanto sufren y que ni siquiera conocemos. No podemos darles nada de apoyo personal, de estar a su lado en esos momentos de tragedia y compartirlos con esa gente, pero nuestra alma sufre al mismo tiempo que las de ellos. Esa es la lógica del Amor, que hace que no teniendo nada se inunde de cariño y de la delicadeza del pensamiento y de los latidos del corazón para los que sufren. A diario tenemos muchas ocasiones de ver o conocer necesidades, de todo tipo, que no son sino llamadas a nuestra alma, en demanda de algo que mitigue o anule el pesar de alguien y nuestra reacción debe ser inmediata, en la forma y medida que podamos responder. La indiferencia sería lamentable para nuestra mente y nuestro corazón ante esa falta de Amor por parte nuestra. Toda dificultad que pueda existir nos debe preocupar y una oración debe salir de nuestras almas pidiendo por quienes sufren. Eso es amar a la gente. Y de amar plenamente es de lo que se debe preocupar toda persona. Quizás la ayuda material no sea posible, tal vez por escasez de medios propios pero la lógica del Amor, la de la entrega de los sentimientos, se hace presente de forma inmediata cuando somos sinceros y de verdad queremos hacer todo lo que sea posible para atender a quienes sufren. Son muchas las personas que sufren, aunque no lo digan. Lo llevan en silencio y es mucho el tiempo en que necesitan una palabra, aunque sólo sea una, que lleve consigo la lógica del Amor.