Ahora resulta que a Erdogan, Presidente de Turquía, en una cumbre de líderes musulmanes celebrada en Estambul el 16-11-2014, se le ha llenado la boca diciendo que América fue descubierta por los árabes, y hasta ha dado órdenes para que el descubrimiento musulmán de América se incluya como aprendizaje de los niños. Y es que, claro, lo dijo Napoleón: “Las victorias tienes cien padres, las derrotas son huérfanas”.
Ya los chinos quisieron también anotarse el mismo tanto diciendo que “1412 fue el año que China descubrió América”. También se ha dicho que los vikingos habrían llegado a América en 1440. Y hasta un equipo de “historiadores” nacional-separatistas de la Cataluña que encabeza Mas, recientemente proclamó que Colón era catalán, como no podía ser de otra forma. Pero ninguna de tan ilusas fantasías se apoya en una base sólida documental y científica, salvo la evidencia histórica y documental de que América fue descubierta por Cristóbal Colón y los españoles que con él se embarcaron. Ahí están para corroborarlo las Capitulaciones que Colón firmó con los Reyes Católicos para que les facilitara los medios personales y materiales para acometer la empresa, o el Diario de Navegación de los viajes por él mismo manuscritos, y las listas de embarque de la Casa de la Contratación de Sevilla que se conservan en el Archivo de Indias, que de forma fehaciente e inequívoca acreditan que América fue descubierta por los españoles, y por nadie más. Y quien diga otra cosa, no hace sino desacreditarse a sí mismo dejando patente su ignorancia supina sobre la materia, por muy alta personalidad que sea. El turco basa su tesis en una mera tergiversación del Diario de Colón que cita Bartolomé de las Casas, cuando éste refiere que el 29-10-1492 el almirante levó anclas de Cuba y al pasar frente a San Salvador, escribió en el Diario: “Tiene sus montañas hermosas y altas como la Peña de los Enamorados (la de Antequera) y una de ellas tiene encima otro montecillo a manera de una hermosa y elegante mezquita”. Se ve muy claro que lo que Colón hace es comparar alguna construcción del montículo con una “mezquita”, pero no que existiera una la mezquita.
En cambio, hay algo cierto que creo que ni siquiera sabe Erdogan. Y es que entre las tripulaciones de Colón y los conquistadores, hubo moriscos españoles convertidos al cristianismo que fueron a América junto con los demás españoles de origen castellano; pero esa es otra cosa muy distinta. Fueron de forma subrepticia, porque tanto Carlos I como Felipe II en las Leyes de Indias, Cédulas y Provisiones Reales, prohibían que se llevara al Nuevo Mundo y a las posesiones españolas de Europa y ultramar a gente que pudiera poner en peligro la unidad religiosa de España. Pero, moriscos y judíos naturalizados españoles consiguieron embarcar para América burlando tales normas, debido a que se les exigía bautizarse con nombres y apellidos castellanos al convertirse al cristianismo, perdiendo los suyos árabes, lo que les facilitaba poder confundirse con los castellanos. El embarque para América a los de otras religiones incluso tenía de condena la pena de muerte en los casos más graves, sin que tal severidad fuera exclusiva de España, sino también de los demás países, porque esa era la mentalidad de la época, creer que su religión era la única verdadera e inseparable de la conciencia nacional. Dice la profesora M.ª Ángeles Pérez Álvarez en la Revista de Estudios Extremeños, 2013, Tomo 69, que en 1501 el Carlos I escribía a fray Nicolás de Ovando lo siguiente: “Ytem, por quanto nos con mucho cuidado avemos (sic) de procurar la conversión de los indios a nuestra santa fe católica; y si allá fuesen personas sospechosas en la fe a la dicha conversión podría ser algún impedimento, no consentireys ni dareys lugar que allá vayan moros, ni judíos, ni herejes, ni reconciliados, ni personas nuevamente convertidas a nuestra fe”. Y lo mismo refiere Diego de Encina, en Cedulario Indiano, Cultura Hispánica. En 1522 se reiteró la prohibición a los: “nuevamente convertidos de moro” (moriscos). Y en 1543 dice en una Real Cédula, al enterarse de que no se respetaba su prohibición: “Sepades que nos somos informados que a estas partes han pasado e cada día pasan algunos esclavos y esclavas berberiscos, e otras personas libres nuevamente convertidos de moros e hijos de ellos que nos prohibimos”. Y pedía a los Obispos de Santo Domingo, Méjico y Lima: “Tengáis muy gran cuidado y advertencia de os informar y saber si allá ha pasado o ay (sic) algunos que sean luteranos, moros o judíos”.
Según el investigador extremeño Salvador Nogales, Alonso de Triana y los hermanos Pinzón eran moriscos, que se dedicaban a navegar por el norte de África y se enrolaron para América como expertos marinos. El morisco Martín Alonso, armador y hombre rico, corrió con parte de los gastos de la expedición y propició que otros también lo hicieran. Ambos estaban emparentados con Abu Zayan Muhammad III de la dinastía meriní. Ibn Majid, hijo y nieto de marinos árabes, era el que tenía el mapa oceanográfico que señalaba que existía tierra detrás del mar, que consiguió embarcarse por su experiencia marinera, ya que antes había navegado con el portugués Vasco da Gama por la costa este de África y descubrió el Océano Índico. Moriscos navegantes fueron el capitán Álvaro de Mezquita, que mandó la nave San Antonio en la expedición de Magallanes en 1520. Cabeza de Vaca, procedía de una antigua familia árabe, descendiente de un pastor sevillano llamado Martín Alhaja. E igual Simón de Alcazaba, que siguió la ruta del Estrecho en 1535 y en la Patagonia fundó Puerto Leones. Y figura documentado que la morisca Beatriz Salcedo fue la que primero sembró trigo en Lima con algunos granos mal molidos que llegaron entre la harina, y participó con Pizarro en la conquista de Perú en 1532, junto con otra morisca llamada Isabel Rodríguez. Cristóbal de Burgos, regidor de Lima y rico encomendero, era morisco. También Francisco de Talavera, que fue concejal limeño. Con Diego Almagro se embarcaron unos 200 moriscos como esclavos, hombres y mujeres. Francisca Suárez (morisca llamada “la valenciana”) regentó una pensión en Lima, junto con varios esclavos. En Perú las mujeres moriscas vestían con la cara tapada, sólo con un ojo descubierto, les llamaban “las tapadas de Lima”. Lorenzo Farfán de los Godos, morisco, fue Alcalde de Lima en 1535.
Moriscos fueron tambiédn el capitán Luis Marijarrez, citado por Bernal Díez del Castillo. Juan Albarracín, capitán de la armada y licenciado, citado por fray Pedro Aguado en la conquista del nuevo reino de Granada. Juan Tafur, bravo capitán y Antonio de Olalla, alférez. Sebastián de Belalcázar fue capitán y Juan Barberán destacó como soldado. Cristóbal de Olí o Evaristo Almonacid, que al convertirse al cristianismo había transformado su apellido Abdesalam por el patronímico. Pleguezuelo menciona que en 1539 aparece otro morisco llamado Esteban, que fue liberado de su cautividad junto a otros dos españoles por Cabeza de Vaca y que participó en la creación del mito que surgió en el Nuevo Mundo relacionado con una de las ciudades fabulosas que escondían tesoros: Quivira, nombre que procede del término árabe Quivir o Kabira que significa en árabe “grande”, aunque no era morisco, sino nacido en el norte de África. Con los marinos y expedicionarios españoles llegó hasta las costas del Nuevo Mundo el léxico árabe propio del arte de la navegación: zenit, nadir, azimut, alidada o azalea, dársena, arsenal y atarazana, albatoza, caracoa, chalana, falúa, faluca o falucho. Nombres de estrellas, clasificadas por el astrónomo árabe del s. X Abd al-Rahman al-Sufi, que se utilizan todavía, como Aldebarán, Aldabra o Altair; al igual que atracar, amarrar, izar, arriar, atoar y otras; almiral o almirante, jabegote o jabeguero.
Y, en cuanto a los judíos que pasaron de España a América y que se establecieron en distintas ciudades, darían para otro artículo. Así, el traductor de Colón, Luis de Torres, era un judío arabizado. Y fueron muy numerosos en México, donde hubo comunidades en casi todas las ciudades. En Perú se introdujeron con mucho éxito en las actividades económicas. Con el tiempo se fueron flexibilizando las normas y muchos conversos judíos se asentaron en Brasil, ya que en Portugal a los herejes se les castigaba con la deportación. Eran personas adineradas que controlaban el comercio de las colonias portuguesas y españolas. Los sefarditas habían permanecido en España desde generaciones anteriores, que como los moriscos eran españoles de pleno derecho, tenían un buen conocimiento de la lengua y literatura árabes; desarrollaron en al-Ándalus una cultura paralela a la árabe muy importante. La presencia judía llevaría hasta el Nuevo Mundo muchos elementos culturales hispanoárabes, junto al apoyo financiero de los judíos conversos: el préstamo decisivo se hizo por orden real Luis de Santángel, canciller y superintendente en la casa real, que era converso. Alonso de la Calle, era converso; también Rodrigo Sánchez, pariente del tesorero de Aragón. Hernando Alonso colaboró en la conquista de Méjico por Hernán Cortés, y fue quemado en la hoguera por judío en 1528, en el primer auto de fe que hubo en Méjico, al ser descubierto.