Estamos todavía a vueltas con el comunicado emitido por la Unión Federal de Policía (UFP) en relación con la no presencia de la UIP en la avalancha del pasado cuatro de marzo. Nuestro editorial de ayer era muy claro al respecto, pero aún quedan algunos matices que no quiero que se queden en mi cabeza sin trasladarlos a las páginas de nuestro periódico.
Por supuesto, a partir de ahora habrá que incluir en las partidas de inversiones de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado un apartado destinado a la contratación de especialistas en la lectura de las bolas de cristal, para que, de esta manera, los responsables de Policía y Guardia Civil tengan conocimiento, con suficiente antelación, de los sucesos que puedan ocurrir. Si los mandos de la Guardia Civil en Ceuta hubieran contando con ese dinero, que por cierto no pueden salir de los fondos reservados, para abonar a un especialista en leer las bolas de cristal, hubieran tenido tiempo más que suficiente para avisar de la necesidad de la ayuda de la UIP. Lo hubieran hecho 24 horas antes, porque para la UFP, las dos horas de antelación con la que se recibió la solicitud en la Sala del 091, no son suficientes. Ni tan siquiera que ya, bastante antes se hubiera participado la existencia de una alerta.
Seamos serios, ha quedado demostrado que la Guardia Civil avisó con tiempo más que suficiente, el problema es que a alguien no le dio la gana de enviar a la UIP. Simple y llanamente. A las cosas es mejor llamarlas por su nombre y aquí paz y después gloria. Esperemos que pronto tenga encima de su mesa el informe solicitado por el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, en el que se pide una investigación exhaustiva de todos estos extremos. Lo esperamos porque lo sucedido es muy grave.
En ese mismo comunicado, la UFP pide la dimisión del delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, porque consideran que ha manchado la imagen del Cuerpo Nacional de Policía tras sus manifestaciones sobre este particular. Pero tampoco coincido, en este caso, con la UFP, porque para mí manchar la imagen de la Policía es redactar un comunicado donde no se apoya a los policías, que no lo necesitan, sino a quien dio la orden que, además, se da la circunstancia de que no pertenece a esa central sindical policial. Manchar la imagen de la Policía es callar, como lo hizo la UFP, al no salir a luz pública y reconocer errores como cuando durante todo el año pasado se escaparon de manos de agentes de este Cuerpo unos quince detenidos. Manchar la imagen de la Policía es, seguramente, no salir a defender a un jefe de Brigada, al que han cesado, cuando sí lo hacen para defender a un superior, en este caso, el segundo comisario. Manchar la imagen de la Policía es dejar solos a los miembros de la Guardia Civil en el cuerpo a cuerpo con los inmigrantes, y de manera simple, porque a alguien le salió de los mismísimos. Manchar la imagen de la Policía es permitir que haya liberados que se están beneficiando de las ventajas fiscales de nuestra ciudad y que conocen a Ceuta por las postales o por las páginas turísticas de Internet. Hay tantas cosas que manchan la imagen de la Policía y donde existe tanto silencio, que es preferible tomarse a chirigota el comunicado de la Unión Federal de Policía.