En Ceuta hay inseguridad ciudadana, eso es algo impepinable. Pero buscar culpables precisamente entre quienes luchan por evitar esto, es una execrable actitud que solo beneficia a los malhechores, verdaderos causantes de esta situación, y hacia los que debería dirigirse cualquier mirada inquisitoria. Ni la Policía Nacional, ni la Guardia Civil, ni la Policía Local, ni la Delegación de Gobierno son los que se dedican al crimen organizado. Al contrario, son los que se consagran en combatirlo.
No solo en el cine existen los buenos y malos, también en la realidad, y es importante en cualquier circunstancia saber quién es quién.
En este caso, los buenos son el Estado y sus trabajadores, y los malos son los que trabajan con ahínco por destruir la convivencia ciudadana, de forma activa, pasiva, y connivente.
Teórica oposición local que parece no tener nada que reprocharle al gobierno autonómico, apariencia más que corroborada tras querer enmendarle a Juan Vivas menos del 0,5% de los presupuestos, es decir, están de acuerdo con Juan Vivas en el 99,5%.
Si eso no es estar con el gobierno local, entonces ¿Qué lo es? Más bien, esta oposición nominal, sostiene rivalidad ideológica con quien verdaderamente se manifiesta un ogro político para ellos, el propio Delegado de Gobierno.
La seguridad ciudadana es un pilar fundamental del Estado y su máximo responsable en la ciudad es el Delegado, al que no hay que confundir con el responsable de la inseguridad ciudadana, que es el criminal y toda la infraestructura que lo avala, que lo encubre, que lo defiende, que lo justifica, y que pretende malignizar a quienes luchan contra ellos ¿Qué gana Ceuta con una actitud política beligerante contra la Delegación de Gobierno en materia de seguridad ciudadana?¿Ustedes se imaginan que tras cada atentado de ETA, la oposición criticara la actuación del Ministro del Interior? Pues semejante a eso es lo que viene haciendo parte de la oposición ceutí.
Los graves acontecimientos que están ocurriendo en Ceuta merecen unidad de acción política, la confianza en quien ha demostrado ser un político sin ambages, no el incordio continuado del oportunismo electoralista, y sobre todo, no sembrar la duda en el profundo dolor de las familias de las víctimas.
Con la seguridad ciudadana no se juega, y menos en un nido propicio para el estallido social, como es Ceuta con los desesperantes niveles de paro, pobreza y marginación social; lacerantes características, fruto y rédito sin par de una política raquítica de meninges.
Quizás aspiren a lo de Josué en Jericó, sin darse cuenta que son más bien “Manolo el del bombo” todo el santo día dándole a la porra encima de una inestable caja de nitroglicerina.