La última jugada maestra de la cadena Intereconomía refleja a las mil maravillas por qué el proyecto que naciera hace pocos años se encuentra en una irrefrenable caída libre. Únicamente a la cúpula directiva de dicha cadena se le podía ocurrir la genial idea de deshacerse del equipo del Punto Pelota original, programa que triplicaba el tanto por ciento de espectadores con respecto a la media de aquella. De hecho, el desatado y bicéfalo espacio de fútbol era una de las pocas fuentes seguras que nutrían a una maltrecha plataforma mediante sus contratos de publicidad. Sin la formación de siempre, Punto Pelota ha descendido, en apenas días, hasta la media habitual de la cadena, hundiéndose sin remisión alguna, destrozando todo el esfuerzo de estos últimos años y arrojando a la cuneta definitivamente las cuentas de la cadena. Como resulta evidente, un conjunto de tal éxito no tardará en regresar a la televisión, sin dudar en absorber todos los patrocinadores que ya están comprobando que la notoriedad no radicaba en el programa en sí, sino en todos los que trabajaban diariamente en ese singular proyecto.
Es complicado no sólo imaginar, sino también llegar a aceptar, cualquier excusa que pueda justificar este estropicio, aún más sabiendo la fidelidad que el ex director de Punto Pelota, Josep Pedrerol, ha ofrecido constantemente a sus superiores de Intereconomía, pese a las circunstancias. Creo que pocas, muy pocas personas, no ya en España sino en todo el mundo, se han visto en la situación de rechazar mejores condiciones laborales y salariales por mantenerse en la cadena de origen, no recibiendo de ésta ni siquiera el salario debido, cuyo cumplimiento, para rematar la jugada, debe satisfacer el director del espacio a través de préstamos solicitados por él mismo. Absolutamente demencial, sobre todo cuando hablamos, en este caso que nos atañe, de un programa que ha triunfado en todos los campos posibles, por lo que su rendimiento debió de contar con la capacidad suficiente como para cubrir sus gastos de producción sin problema alguno. Me gustaría saber dónde está todo ese dinero. Si, como se afirma, el grupo Intereconomía lleva meses debiendo el salario a muchos de sus trabajadores, y éstos no han visto ni un céntimo del mismo, ¿dónde se encuentran los frutos económicos producidos por un fenómeno líder como lo ha sido Punto Pelota?, ¿por qué no han repercutido en su sostenimiento durante la última etapa?, ¿por qué no se procuró, al menos, cubrir los gastos de Punto Pelota, mantener álgido el ánimo del equipo y partir desde este escalón para robustecer la delicada salud de la cadena?
A cada paso dado en todo este asunto, uno no puede sino contemplar con estupor la clase de empresarios que corretean sueltos por nuestro país sin que la Justicia, de oficio, ataje sus deslices con contundencia, como sí se hace con personas que, sin cometer ni la décima parte, ha de atragantarse con toda la ira de aquella. Desgraciadamente, en España sale más caro gastar 20 ó 30 euros con una tarjeta bancaria ajena, que someter a un trato pésimo a decenas de familias al arrebatarles el sueldo que les pertenece, el cual, sea dicho de paso, tampoco era ni mucho menos excelente para la mayoría de los trabajadores de la cadena.
Desde luego, estamos ante el movimiento empresarial más inteligente de la historia de la televisión española, sólo al alcance de las privilegiadas mentes que dirigen ese conglomerado repleto de deudas y desplantes. Sólo las instituciones responsables que permiten que barbaridades como estas se cometan en España están a la altura de la magnífica hazaña de una directiva que, muy pronto, será un remoto y terrorífico sueño. Es una lástima que en el caso de las instituciones no sea así.