El alumbrado se ha convertido en un gancho explotado por la clase política para vender el mensaje del ‘compre en Ceuta’. Te lo sueltan como buscando remordimientos de conciencia entre quienes habrían imaginado eso de cruzar el Estrecho. Te lo sueltan como haciéndote responsable de que el hijo del vecino, tendero de toda la vida, vaya a cerrar el negocio por la maldad del ciudadano que no deja sus euros en la ciudad. A mí ese tipo de mensajes terminan escociéndome. Simplemente porque quien los difunde con aires de patrocinio no puede dar ejemplo más que de un ceutismo trasnochado, ese que se corresponde con el gesto de pegarse en el pecho, decir lo mucho que quieren a la Ceuta del poeta Anglada pero buscarse las inversiones por otros lados. Así es la vida.
Los mandamases deben de tener complejo de moralistas o beatos de pueblo porque no se entiende que no contentos con mandar en plaza se conviertan en consejeros de la abuela. Vamos pues a financiar el gasto del alumbrado navideño instando a los caballitas a que se dejen embaucar por las luces para soltar los euros en Ceuta. Que bueno. No me gusta, porque no me gustan las hipocresías. Pongan las luces que quieran y alegren a los chiquillos pero no nos den consejos de cómo sacar adelante esta tierra porque esos son los que deben alimentar sus citas de Gobierno de los viernes, por cierto, demasiado cambiantes, demasiado sometidas a lo que digan unos y otros y demasiado encorsetadas.
El jueves por la tarde veremos dónde están los que dan consejos, o a dónde van aquellos que se rasgaban las vestiduras porque el día del Sacrificio no había cuadrado con la festividad del calendario y parecía que esa era la causa de todos los males ya que había que cerrar los comercios dos días seguidos. ¿Y ahora, cuántos?
Todavía nos queda por saber qué día celebrarán nuestras actividades el acto de la Constitución. Todavía no han llegado a los medios de comunicación las agendas protocolarias. ¿Lo adelantarán como hacen siempre para irse de puente o situarán la fiesta en la correcta jornada del calendario? Tiempo al tiempo para recordar las recomendaciones de los mandamases que aún no han abandonado su púlpito de papel.