A la Policía se le acumula el trabajo. El uso de armas de fuego se ha generalizado de tal manera que hasta para robar 600 euros se saca el revólver. Las estadísticas ofrecidas por Interior nos muestran una Ceuta en donde los delitos violentos se han disparado y eso es fiel reflejo del tipo delincuencial al que nos estamos enfrentando. Y ya no se trata solo de detener a los autores materiales y conseguir pruebas suficientes para llevarlos a prisión. Se trata de localizar a los que ordenan estos episodios y a quienes manejan el movimiento de armas que se ha generalizado en la ciudad.
Y desgraciadamente meter armamento en Ceuta ha sido demasiado fácil o revenderlo sin que existiera control tras sacarlo de cuarteles también. La Ceuta que las autoridades plasman en sus discursos no existe. Gradualmente se ha ido perdiendo su imagen y degradándose barriadas. La Almadraba murió, Miramar le sigue y por otro lado Hadú ha ido muriéndose poco a poco.
El círculo se estrecha, generaciones enteras no saben más que delinquir y tomar pastillas y tienen capacidad para dar palos. Y ante esto ¿qué hacemos? Somos tan tontos que incluso hay quien se lamenta de que los grandes narcos ya no controlen el tema y callen a los que molestan. La incapacidad de reacción es tal que lloramos porque el capo ya no venga a poner orden.
¿Cabrá mayor despropósito? Pues así estamos. Tiene narices. La sociedad quebrada y enfrentada por intereses partidistas ni sabe reaccionar al nivel que se merece.
Así estamos, así es esta Ceuta que no verán ni oirán en los discursos del queso, el futuro, don Quijote y demás películas.