No íbamos a ser menos en Ceuta y Melilla, y allá que nos incluimos forzadamente en el café para todos de las autonomías, aunque el de nuestras ciudades fuera un poco descafeinado debido a nuestra escasa capacidad legislativa y, sobre todo, a la delicada situación geográfica de nuestra ciudad. Sin embargo, no era el momento de mirarle el diente al caballo de balde y tenemos que estar muy agradecidos a los caballas que supieron dar el paso hacia delante y no quedar descolgados del mapa autonómico español. Debido a este hecho y a las formidables peculiaridades de Ceuta, hoy en día podríamos decir que constituimos un hecho diferencial muy marcado con respecto al resto de comunidades autónomas y nacionalidades ibéricas.
Somos españoles africanos de habla castellana pero con un pujante auge del árabe marroquí amalgamado con el castellano, creándose unas formas dialectales muy peculiares. Compartimos con Andalucía un legado histórico y cultural árabe de gran calado, pero con la enorme diferencia de haber sido y seguir siendo ahora la verdadera frontera ibérica en África junto con nuestra ciudad hermana de Melilla. Además de haber disfrutado a lo largo de la historia reciente de unas relaciones privilegiadas con el norte de Marruecos y particularmente con Tetuán, capital del protectorado español en Marruecos y una de las ciudades (si no la que más) culturalmente más refinadas de Marruecos al conservar un enorme acerbo andalusí. Ceuta ha actuado como centro administrativo español del protectorado en el norte de Marruecos y esto evidentemente marca mucho e imprime un carácter diferencial a los ceutíes.
Nuestra historia es Ibérica, con carácter y vocación africana desde siempre y a través de todos los acontecimientos históricos relevantes desde la antigüedad clásica hasta nuestros días. Sin embargo, ser diferentes no significa que seamos también viables y sostenibles a lo largo del tiempo, tampoco creemos que se nos deba sustento eterno, como a ningún otro territorio improductivo por parte de la gran España continental e insular (Baleares es una de las autonomías que más contribuyen con la hacienda española).
El empobrecimiento económico es quizá la tendencia más clara en el horizonte temporal para Ceuta. Podría estar muy cercano en el tiempo si atendemos a los enormes problemas financieros y la crisis económica que atraviesa nuestro país y la UE. Está claro que no sólo Ceuta o Melilla crean problemas de débito al Estado, y muchos podrían decir que hemos transitado por peores tiempos que ahora, pero nuestro hecho diferencial es ibérico en África y es precisamente en escenarios de crisis política, social y financiera cuando nuestra diferencia puede volverse en contra de la supervivencia de Ceuta como ciudad española en territorio africano.
Llegados a este punto caben preguntarse muchas cosas, pero la primera de todas tendría que hacer referencia a nuestra capacidad de carga demográfica (ampliamente discutido por nosotros recientemente y contestado por algunos partidos políticos en la oposición) pero también sería lícito preguntarse por las inversiones llevadas a cabo y el destino de los euros que han venido de Europa para ayudarnos a crecer y compensar nuestro bajo nivel de renta en el contexto de la UE. Los europeos no han enviado un cajón de ayuda a fondo perdido para que pudiéramos comer o acceder a una vacuna o a una vivienda precaria sino que han organizado una fenomenal operación de solidaridad con el sur de Europa para ayudarnos a fortalecer y hacer crecer nuestra economía de forma que se pudieran acortar la diferencias de renta entre los países más ricos y productivos del norte con respecto a los menos ricos y productivos del sur, la economía de mercados tiene aspectos criticables, muchos efectos indeseables y otros manifiestamente mejorables pero España ya está en la media de la renta europea.
Veamos cómo se han articulado las ayudas en todas las comunidades autónomas, lo que ha recibido Ceuta, qué ha crecido realmente en Ceuta y qué consecuencias está teniendo la política de inversiones a cargo de fondos europeos en nuestra bonita y marinera Ceuta, capitaneada por el prócer Juan Vivas. Según fuentes de la UE en el reparto de las ayudas económicas procedentes de los fondos europeos de compensación entre 1986 y 2006 en nuestro país se invirtieron 120.000 millones de euros. Tres planes Marshall consecutivos en 25 años en palabras de Enric Juliana y el mayor gesto de solidaridad económica jamás conocido en el continente europeo defendido por González Vallvé y Benedicto Solsona en su libro “la mayor operación de solidaridad en la historia” en referencia a España por su puesto. Según las fuentes consultadas (véase Enric Juliana, 2012), Ceuta ha recibido 500 millones de euros a través de estos fondos anteriormente comentados, sin embargo, dónde se han estado gastando estos activos y como han repercutido en la elevación del nivel de vida de los ceutíes y en la proyección de futuro de su economía.
Puesto que se trata de esto, finalmente las ciudades se articulan en torno a sus pequeñas y medianas empresas y en algún sector económico clave que impulse y sustente su crecimiento económico. Cuál es el proyecto económico diseñado desde las esferas del poder ceutí y cómo se han aprovechado estas magníficas e irrepetibles ayudas en relación al ideario europeo que las motivó. Está claro para nosotros que necesitamos un nuevo estudio de la oficina de sostenibilidad que analice con profundidad estos aspectos y ofrezca una versión objetiva sin sujeciones electoralistas de las inversiones efectuadas con estas inversiones europeas. El Parque del Mediterráneo fue uno de los buques insignias de las inversiones europeas que ha fracasado estrepitosamente en relación a elevar nuestro tejido turístico. Ya entonces el prócer Juan Vivas era uno de los burócratas con mayor poder dentro de la estructura de funcionamiento de la Ciudad Autónoma y fue uno de los ideólogos de la inversión anteriormente mencionada. Encontrarse de repente con una posibilidad de inversión europea tan sustanciosa no tuvo que ser tarea fácil de asimilar ni de encauzar para mentes ampliamente provincianas ancladas en planteamientos sinceros pero posiblemente poco apropiados para el mundo que se estaba desarrollando. Por otra parte, como en otras partes de España y de la Europa mediterránea, una parte significativa de la inversión en fondos europeos ha estado alimentando el clientelismo político y la contratación excesiva de funcionarios y trabajadores públicos, sobre todo en ayuntamientos y autonomías. En Ceuta, ha existido por tanto también la misma tendencia que en el resto del Estado pero con mayor abuso del sector público (es la ciudad con mayor porcentaje de funcionarios por habitante) por tener menos áreas en las que generar empleo y crecimiento económico. Ya veremos los datos que somos capaces de aglutinar en torno a este importante asunto para el devenir de nuestra ciudad.
Como siempre, el factor ético sigue planeando y persiguiéndonos en cada una de nuestras actuaciones y omisiones personales y colectivas. Y es que, en Ceuta tenemos muchos, muchos técnicos pero pocos profesionales (en el sentido ético que lo desarrolla la profesora Adela Cortina). Un buen profesional de la burocracia habría aconsejado a sus clientes invertir muy bien el dinero europeo por el bien de su pueblo y no pensando en intereses de beneficio a corto plazo para acentuar el éxito de determinado partido político.