Al atardecer, mientras las traíñas, una tras otra, iban saliendo desde el puerto pesquero -Muelle Comercio-, hasta enfilar la bocana y ganar los bajos e hileros de Santa Catalina y, más tarde, la Bahía Sur, los armadores y los viejos lobos de mar, se dejaban caer sobre la balaustrada del jardín de San Sebastián…
Hay imágenes en nuestra ciudad que, por mucho tiempo que pase, nunca podrán ser olvidadas; y ésta, que hemos apuntado, es una de ellas…
Los dueños de las traíñas (1), recostados sus brazos sobre la balaustrada, esperaban pacientes a que sus barcas largaran las amarras, y fueran saliendo a la vez que el sol de la tarde declinaba tras los pechos ensangrentados de la Mujer Muerta… Ellos, como ausentes, escuchaba atentos el ruidos de los motores: Pam, pam…pom, pom…pam, pam, pam… Cada motor de traíña tenía su propio sonido de pistón y, aunque entre el contraluz y las sombras ya sólo se presagiara la silueta de los barcos, ellos, los dueños, sabían perfectamente distinguir, por el sonido de la explosión de los pistones en sus camisas y segmentos de acero, cual de las traíñas era la suya…
El muelle Comercio era el centro de la actividad pesquera de Ceuta, y una dársena de agua de azul violeta lo bañaba a levante de su escollera de piedra, y en su remansado interior donde los muelles anudaban a las barcas en sus bolardos…
Desde la madrugada, la lonja pesquera daba cobertura a las primeras traíñas que llegaban con las bodegas repletas de cajas cubiertas de nieve y el “pescao” capturado. Si los artes en el obscuro (2), habían sido calados libres de corrientes y de los “bichos”(3), las capturas serian afortunadas y la lonja se llenaría en su largo suelo, con toda clase de productos pesqueros copejeaos (4) “a la luz ”(5) y “al arda”(6). Si acaso, las corrientes fueran vivas, los bichos feroces, y las piedras rompieran las redes, en los suelos de la lonja sólo se reflejarían los destellos de las lámparas, en vez de las escamas de plata de los peces…
Algunos obscuros en el “Lobito” y más tarde en el “Charrán”, he salido a pescar con ellos… Mi niñez esta llena, afortunadamente, de las faenas de pesca de las traíñas. De los momentos únicos cuando llenos de esperanza, el lucero desde el bote de la luz, gritaba: “ha entrao pescao”; calaban sus redes a la voz del patrón, y, el bote cabecero llevaba atado a su popa el puño de la red hasta que el circulo daba a su fin, y se pasaba a bordo el cabo de la jareta, para cerrar por debajo los paños de red, y empezar a izarla. Después allegado el copo sobre el costado, los pescadores, en salabares (7), harían la copejea hasta rebosar los salabares, y llenando las cubiertas de escamas y peces de lomos azules y de plata…
Nada tan hermoso y, a la vez, tan brutal como las faenas de la pesca… El mar hirviendo de miles de burbujas…Los peces saltando por liberarse de las redes…Los pescadores gritando: ¡Tira, tira, tira de la red…! Y el copejeador, hunde el salabar en el agua y, al momento, lo saca a rebosar y lo arroja a la cubierta… ¡Tira, tira, tira de la red…! Y las cubiertas se llenan de boquerones, de sardinas o de caballas… ¡Tira, tira, tira de la red…! No; no hay nada tan hermoso y, a la vez tan brutal…
Las traíñas remontan Punta Almina; las más pequeñas, el Foso de San Felipe…La lonja se llena de las capturas del obscuro… La hora de la venta principia, los subastadores vocean los precios, alguien para la subasta y la compra… Otro subastador vocea otra partida y, otro comparador, la para y la adquiere…Y subastadores y comparadores, al alimón, juegan durante un rato, a este juego milenario de la subasta…
El dueño y los pescadores reparten a la parte las ganancias, descontado el costo y el gasoil… Ha sido un buen día, los bares de la zona: Las delicias, El Estrecho, La Fuentecita, El Nacional, El Canarias, el bar de la Cofradía, Bodega Fortes…, tienen a bien, ser el local del reparto de las partes… Cada cual, con una copa de coñac o aguardiente, subirá a dormir la mañana, “pa está fresco pa la tarde”… Y en la mesilla de noche quedarán unos duros del jornal del día… La mujer del pescador, cogerá lo que sea menester…
A la tarde, llega la noche; a la noche, la madrugada; a la madrugada la mañana; y a la mañana la tarde…Y así, el ciclo de la “estampa marinera”, cada día, como una noria de horas infinitas, gira y gira sin termino, sin punto final…
A la tarde llegan, de nuevo los armadores y los viejos lobos de mar…Un papelillo de fumar sacado del la cajetilla roja del Papel de arroz, Smokig, se lía con tabaco de aquel paquete -de buena picadura- de tono morado de Crema de Cuba. Una mano curtida de cabos y de redes, enciende el cigarrillo y lo deja una eternidad en la comisura de los labios… Una traíña enciende motores; y luego otra, y otra…, y más tarde, van saliendo del muelle pesquero hasta enfilar la bocana… Los dueños se miran y sin hablarse se despiden hasta la mañana… Pero, muchos de ellos, aún no se retirarán a sus casas; sino que unos dirigirán sus pasos a la calle de la “Brecha”, y otros, se acercarán a la muralla de la “Coraza” -nosotros, siempre le hemos llamado el “Mirador” (8), y desde allí, columbraran el rumbo de sus traíñas a los caladeros…Y puede que, ya, sus ojos, en la agonía del atardecer, agigantadas las sombras, no puedan reconocerlos; sin embargo, en esas sombras que nos trae la noche, la brisa que viene del mar, nos trae el sonido de sus motores y, cada armador, sabe, indefectiblemente, cual es su barca…
Y, ahora sí…Aún con el sonido de los motores zumbando en el aire salino de la noche, nuestros viejos lobos de mar, vuelven a sacar un papelillo de fumar, rebuscan con los dedos en el paquete de picadura, lían el cigarro, lo encienden, se lo llevan a la comisura de sus labios, dan una calada que hace reavivar su lumbre y, pronuncian la misma oración de siempre: ¡Qué la Virgen del Carmen los proteja!…
1 Traíña: Es un barco dotado de motor y es auxiliado por un bote, llamado: “cabecero”; utilizado para cerrar el circulo en la maniobra de “cerco” del cardumen. El arte del cerco, también llamado de “traíña”-llamado del mismo modo que la barca que carga para la faena de la pesca-, posee relinga corchera flotadora en su parte superior y de plomos en la inferior. La relinga emplomada tiene unas anillas en toda su longitud y a través de ellas, pasa una veta llamada “jareta”. Al calar el arte, el cabezal pasa a bordo del bote -de ahí el nombre de cabecero- y el resto del arte se va arrojando al mar a la vez que el barco traza una circunferencia hasta volver al punto de partida donde le espera el cabecero.
2 Obscuro: Pesca sin luna, con el objeto de que la mar no tenga los reflejos de esta, y los bancos de peces, puedan concentrase bajo los focos del bote lucero; o, también, se pueda ver el “arda” que producen los bancos de peces.
3 Bichos: Delfines y horcas que boquean las redes y, a veces, espantan a los bancos de peces, antes de cerrar el cerco.
4 “Copejeaos” y “copejea”: En la maniobra de cerco se “jala” del cabo de la jareta, de manera que las anillas del fondo se unan formando una bolsa. El próximo paso es tirar de la relinga de corchos hasta que al final solo queda en la mar el poco arte que contiene la pesca. De inmediato se procede a la “copejea”, que es la faena de subir el pescado a bordo utilizando salabares.
5 A la luz: A la traíña y al bote cabecero se le incorporó el “bote lucero”. Consiste en un nuevo bote algo mayor que el cabecero y que lleva instalado entre tres y seis lámparas de parafina que funcionaban con gasolina a presión. En Ceuta les llamaban “Petromax”. Los cardúmenes son atraídos por esta potente luz y una vez que el patrón lo considera oportuno se procede a la calada. Ésta se lleva a cabo rodeando el bote lucero que tiene bajo sus luces concentrado a los peces.
6 Arda: Los cardúmenes de peces en sus desplazamientos producen unas fosforescencias que da la sensación que la mar arde. “De noche se ve el “pescao”, con el agua hace un arda, como si fuera fosforescente; eso hace el ”pescao” de noche cuando hay arda, cuando el agua tiene fuego, tiene ardentía, que llamamos nosotros”.
7 Salabares: Aros en madera o de hierro, a los que se ciñe una red para ir recogiendo la pesca.
8 Mirador: En el rellano final de las murallas de la “Coraza”, se reunían los armadores y los viejos lobos de mar, para decirle el último adiós a las traíñas; nosotros, los pescadores y los vecinos del barrio antiguo del Callejón del Asilo, siempre le dijimos el “Mirador”. Pues bien, no sé que argumentos pudieron esgrimir los directivos del Club Caballa, para apropiarse de los terrenos altos de la “Coraza”, pues cuando construyeron el Club Social, encima, precisamente, encima de sus murallas, quitaron, -yo más bien diría hurtaron-, no sólo a estos viejos lobos de mar la posibilidad de despedirse de sus traíñas como siempre lo había hecho desde tiempo inmemorial; sino que impidieron que los demás ceutíes, también caballas, como ellos, pudiéramos pasear y columbrar el mar de la bahía sur desde las murallas del “Espigón”, o Mirador”, que así le llamábamos… De tal manera, que va siendo hora, que se restituya nuestra herencia cultural y, como entonces, desde este bello y entrañable lugar, patrimonio de la Ciudad de Ceuta, podamos divisar el mar, el mar azul, y añil, y a veces verde, de la ensenada Sur…
Agradezco a Alejo Lladó Luengo, y Rafael Escámez Ortigosa, las fotos aportadas para el presente artículo. Así, también, las aportaciones costumbristas que, en muchos días de conversación, me fueron aportando, tanto, Antonio Mira -que en paz descanse-, como Pepe Fortes, verdaderos conocedores y enamorados de la pesca en Ceuta.
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