Mantener una relación es difícil cuando uno no quiere, a no ser que el otro sea masoquista. Y es que cierta clase de políticos se empeñan en divorciarse de la sociedad no ya por flagrante adulterio con el cohecho y la corrupción, sino por no cuidar detalles, aunque en el fondo estos detalles sean naderías. No sé qué necesidad hay de subvencionar los menús de sus señorías, cuando alrededor de ambos hemiciclos existen un innumerable grupo de restaurantes, cafeterías y bares de variada y excelente condición y precio.
Ni mucho menos comprendo la necesidad de bebidas alcohólicas que pueden tener en el Congreso o en el Senado. Aunque como decía “El Perich”, mientras el comer es una necesidad del cuerpo, el beber lo es del alma y pudiera ser que requieran hacer más digeribles algunos tostones que ellos denominan discursos, o poder conciliar el sueño en las suculentas siestas que algunos se despachan en sus escaños, en las difíciles tardes de la vida de un representante democrático. Pero la cuestión es, que además de facilitar estas humanas bebidas en ambas cámaras, lo hagan subvencionadas con dinero público.
Precisamente no son escasos los salarios de las señorías, ni tampoco son cicateras las polémicas remuneraciones por dietas, y viendo las declaraciones de renta y patrimonio que hacen públicas, no existe ningún necesitado entre ellos; por lo que es difícil comprender la necesidad de ayudarles a pagar esas bebidas espirituosas, a no ser que tengamos la insana intención de embriagarlos a ver si hay suerte y así hacen las cosas mejor, fácil lo tienen.
Afortunadamente los representantes de Ceuta que conozco personalmente, Paco y José Luis, no son aficionados al descorche ni por asomo, y además uno de ellos ya demostró públicamente que él se paga sus copas cuesten lo que cuesten.
Cada uno con su dinero hace lo que le da la gana y me pareció un linchamiento moral provocado por la envidia lo que hicieron con Paco, cuando deberíamos habernos congratulado de que no fuese de gañotero, que políticos gorrones por el cargo haberlos “haylos”.
Digamos que no es muy estético que los menús de sus señorías sean más baratos que los de algunos colegios, y más feo aún que las bebidas espirituosas se las paguemos los españolitos de a pie, incluidas 13 marcas diferentes de brandy y coñac.
Y es que la elegancia no es cuestión de traje y peinado, lo es fundamentalmente del comportamiento, las formas y los fondos.
A ningún político le conviene, en estos momentos, diferenciarse del resto de la sociedad, porque al final acaban perdiendo el norte. Se empieza con el Ipad, el Iphone, el 3G, el ADSL, los planes de pensiones privilegiados, los gin-tonics, y los vales para taxis de válvula que acaban su carrera en El Corte Inglés, y acaba uno con una hípica en Toledo, un Jaguar en el garaje, o un descuadre contable de 12 millones de euros, mientras los ciudadanos que pagan los impuestos más elevados del mundo desfallecen económica y físicamente.
Pero si lo que necesita España para ir bien es que sus señorías tomen gin-tonics, yo estoy dispuesto a pagar la primera ronda.